Un principio imprescindible en educación es respetar la libertad de todas las personas, incluso defender la de quienes tienen ideas muy diferentes. El 14 de febrero hay muchas personas que rechazan participar en cualquier celebración pública o personal como día de todos los enamorados y merecen el máximo respeto; para otras es importante celebrarlo y merecen el mismo respeto. La defensa educativa de esa libertad es incompatible con la ofensiva que hasta hace dos años ha hecho una minoría antifeminista y autoritaria atacando al amor romántico y al amor a secas, difundiendo bulos como que causan violencia e incluso ridiculizando ese día llamándole el de “san violentín”.

Se ha hecho muchísimo daño, por ejemplo, a la libertad de estudiantes adolescentes de enamorarse. Se les ha presentado públicamente como tradicionales, cursis. Se ha ejercido presión para que abandonen su enamoramiento y se entreguen a ligues con personas que les desprecian. Se ha generado un aumento muy intenso de la violencia de género. Esa imposición autoritaria se ha hecho ejerciendo y abusando del poder profesional sobre alumnado menor de edad sin consentimiento de sus familiares e incluso en contra de su voluntad.

Las feministas siempre hemos defendido y defenderemos la libertad de todas las mujeres para ejercer sin ninguna coacción las relaciones que escojamos, siempre basadas en el libre consentimiento. Las evidencias científicas internacionales demuestran lo que siempre hemos defendido las feministas: que las verdaderas amistades y el amor, incluido el amor romántico, son la mejor prevención contra todo tipo de violencia. La presentación pública que hemos hecho de estas evidencias ha llevado a que ya no se hagan campañas institucionales contra el amor el día 14 de febrero, como se había hecho hasta hace dos años, y que se nos deje la libertad a las mujeres y a las niñas de enamorar y enamorarnos, de vivir intensamente sin ningún tipo de violencia y sin ninguna coacción de quienes creen que saben qué es lo que tenemos que hacer y quieren imponérnoslo porque ellas son incapaces de disfrutarlo como nosotras.

[Imagen: Freepik]
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Doctora por la Universidad de Wisconsin-Madison