El alumnado con trastorno del espectro autista, durante los últimos años, ha aumentado su presencia en las aulas, tanto en escuelas ordinarias como específicas, lo que ha supuesto y supone un reto para ofrecer una respuesta educativa rigurosa, efectiva e inclusiva para todo el alumnado.
Este incremento tiene diferentes explicaciones. En primer lugar, el mayor conocimiento sobre este trastorno supone un mejor reconocimiento de esta realidad, con lo que es más visible. Por otro lado, la prevalencia ha subido en las últimas décadas, aunque la clave parece estar en la precisión de los mecanismos y protocolos de detección que han permitido poder tratar, cada vez más de forma temprana, un amplio abanico de casos que en el pasado habrían pasado inadvertidos y sin diagnóstico.
El TEA, trastorno del espectro autista, es una alteración del neurodesarrollo de origen genético que provoca alteraciones en dos dimensiones de la persona: por un lado la dimensión social y comunicativa; por otro, los patrones repetitivos y restringidos de conductas, actividades e intereses. Los déficits en estas dos dimensiones se plasman en una gran diversidad de síntomas, dependiendo de la persona a la que afectan, con una gran variabilidad. El espectro autista se refiere a este amplio abanico de manifestaciones que varían en función de la severidad y de la necesidad de ayuda que precise la persona.
En este artículo queremos destacar, dentro de la respuesta educativa, la importancia que tienen los vínculos sociales que se establecen y cómo el peer effect, el efecto de los iguales, las compañeras y compañeros de la misma edad, ofrece un gran abanico de posibilidades de interacción, precisamente, en relación a los aspectos clave como son la socialización, la comunicación y la flexibilización del pensamiento. La investigación científica sobre este campo ha evidenciado cómo estas interacciones deben cumplir una serie de requisitos que permitirán el éxito para todos los participantes, tanto para el alumnado con TEA como para el resto de niños y niñas de clase:
- Los niños y niñas de la misma edad, los iguales, son la comunidad natural del alumnado con TEA, pero deben aprender a reconocer, gracias a las personas adultas, este trastorno como una característica más, que tiene que ser respetada y valorada.
- Los iguales aprenden, directa e indirectamente, de los ejemplos que les ofrece el profesorado en su interacción con alumnado con TEA, por lo que el modelado por parte del profesorado a los iguales es una oportunidad de aumentar las interacciones terapéuticas dirigidas a mejorar aspectos sociales y comunicativos.
- Resulta vital que los entornos en los que convive el alumnado con TEA estén exentos de todo tipo de violencia y sean espacios de protección comunitaria.
- La inclusión en pequeños grupos de iguales facilita la participación del alumnado con TEA en tareas académicas y de trabajo de habilidades comunicativas.
- El apoyo de las personas adultas, promoviendo la comunicación mediante sistemas aumentativos de comunicación, o bien en actuaciones educativas o en actividades complementarias, es un elemento clave que regula las interacciones entre el alumnado, por lo que es vital valorar cómo se establece este apoyo, sin pensar que las propias interacciones naturales ya son válidas para el aprendizaje del alumnado.
La repercusión de este efecto que tienen los iguales en la mejora de los actos comunicativos del alumnado con TEA, según la investigación, se evidencia en progresos en habilidades comunicativas y sociales. El aumento de las interacciones de calidad, en este caso por la extensión hacia personas que tienen más posibilidades de interacción en múltiples situaciones, multiplica las oportunidades de aprendizaje y por tanto de desarrollo. Además, genera un sentido profundo en las relaciones que tiene consecuencias, no solo comunicativas sino también sociales, que van más allá de la escuela y que abren la puerta a las relaciones de amistad. Así, supone un efecto clave en la inclusión, todas las personas mejoran sus habilidades, aprenden valores que les hacen más felices y se sienten parte del mismo colectivo con relaciones de calidad.
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