Desde hace más de 20 años soy maestra de infantil. En mi formación inicial no me explicaron la importancia de enseñar a leer en las primeras edades, pero he podido comprobar cómo los niños y niñas de 3 a 6 años muestran interés, se motivan y prestan atención cuando trabajamos contenidos asociados al lenguaje escrito.
Actividades como conocer el abecedario, saber los fonemas y grafemas y discriminarlos, trabajar la conciencia silábica, la lectura de cuentos, las rimas, poesías, la escritura de palabras, juegos de vocabulario y el diálogo sobre las lecturas de las mejores creaciones literarias de la humanidad, son algunas de las actividades que realizamos habitualmente en clase. Aprendemos, nos divertimos y nos gusta descubrir el mundo escrito que es una parte importante del mundo que nos rodea.
En los últimos años, hay una tendencia creciente en los centros educativos, pero también entre las familias, de no enseñar a leer y escribir antes de llegar a la etapa de educación primaria. Esa tendencia está basada en múltiples noticias, escritos, artículos y formaciones sobre los supuestos perjuicios que pueden tener los niños y niñas de estas edades si empiezan a leer y escribir. “Muchos niños aún no están preparados y no han alcanzado las habilidades necesarias para poder realizar este aprendizaje”, suelen argumentar. En la misma línea, a los docentes que conocemos los beneficios de presentar y trabajar estos saberes para una edad y éxito futuros, se nos culpa de no respetar al alumnado y no darles la libertad que merecen. Este es un bulo que tiene graves consecuencias en el futuro de los niños y niñas. Existen numerosos estudios científicos que demuestran el impacto y beneficios que tiene para el alumnado la introducción del trabajo de la lectoescritura en estas edades tempranas.
Vigotsky y Montessori coincidían en la importancia del aprendizaje temprano de la lectoescritura en las primeras edades escolares. Desde la neurociencia y neurobiología se apuesta por el aprendizaje de la lectura y la escritura en esas edades, ya que es una etapa clave del desarrollo humano para que se produzca el mayor aprendizaje que proteja al alumnado de desigualdades y posibles dificultades futuras. Otros estudios nos indican también la importancia que tienen las propuestas pedagógicas dirigidas al desarrollo de las habilidades emergentes de lectoescritura para el aprendizaje del sistema de escritura, desde la etapa de educación infantil.
Por tanto, tenemos que consultar las fuentes con aval científico para no caer en el error y en el engaño de dar una falsa libertad al alumnado, enmascarada por un supuesto respeto, sin ofrecer una educación de calidad a todos los niños y niñas. Sólidas evidencias ya demuestran que la educación infantil temprana de alta calidad tiene un impacto sustancial en los resultados de vida posterior. Las intervenciones que desarrollan la competencia social, así como las habilidades cognitivas, lingüísticas y académicas en los primeros años, juegan un papel en el éxito educativo, social y económico posterior, también de salud, comportamiento y bienestar emocional. Entonces, brindar una educación de alta calidad para todos en esta etapa es esencial, ya que se puede influir de manera más efectiva en el desarrollo de los niños.
Compartir estas evidencias y experiencias conjuntamente familiares y docentes es la clave para construir un futuro mejor, con más éxito académico, social y emocional para todos los niños y niñas desde las primeras edades.
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