Los y las que disfrutamos de la lectura de clásicos junto con nuestro alumnado, familia, amistades o diversos compañeros y compañeras conocemos ya los bonitos sentimientos que se generan en estas tertulias. Año tras año comprobamos cómo la lectura dialógica posibilita la escucha respetuosa de todas las voces gracias a la participación igualitaria, una comprensión más profunda del texto gracias a las interacciones solidarias y un incremento en la motivación hacia la lectura. 

Sin embargo, frecuentemente se pone en solfa la necesidad de las obras clásicas para obtener buenos resultados. En este periódico se han ofrecido diversas razones para usar las mejores obras literarias. No obstante, una reciente investigación en la prestigiosa revista Nature aporta un argumento más a favor de su uso. La investigación fue longitudinal y participaron más de seis mil adolescentes alemanes de edades comprendidas entre 10 y 15 años. La hipótesis era que la lectura de ficción podría mejorar las habilidades cognitivas y sociales de los lectores y en consecuencia aumentar su comportamiento prosocial. Para ello se tuvieron en cuenta diversos géneros, como no-ficción, cómics, literatura popular y clásica. El resultado fue que, de los géneros analizados, solo la literatura clásica logró mejorar el comportamiento prosocial y el ajuste social de los adolescentes. 

En la investigación se recuerda que no hay que obviar que el comportamiento está también influenciado por otras variables como la educación parental y la socialización entre pares. Sin embargo, sabemos por otras investigaciones que el contenido de los productos de ocio y culturales influye también en nuestro comportamiento. Si bien este estudio demuestra que la lectura de libros clásicos mejora el comportamiento, sabemos por otras investigaciones que las tertulias literarias dialógicas amplifican ese efecto al ser compartidas a través del diálogo igualitario. 

Hallamos pues aquí un argumento más para impulsar las tertulias literarias dialógicas cada vez en más espacios y que estas se realicen atendiendo al rigor que nuestra infancia se merece, es decir, usando las mejores obras que jamás se hayan escrito. Dicho de otra manera: del mismo modo que un nutricionista nos recomendaría frutas y verduras para mejorar nuestra salud, es recomendable que la infancia acceda a espacios en los que pueda compartir literatura clásica para mejorar sus relaciones y su salud mental.

[Imagen: Pexels]
image_pdfPDF
+ posts

Maestro de educación especial y primaria