Cuando hablamos de crítica en educación, podemos tener distintas imágenes que nos vienen a la cabeza. Por un lado, podemos entender que poner en marcha esta pedagogía crítica supone el ejercicio de criticar, enfatizando de forma negativa todo aquello que está relacionado con la educación. Ahora bien, la pedagogía crítica no responde a esta concepción. La pedagogía crítica pretende conocer la realidad de la educación e impulsar la transformación educativa y social mediante la puesta en marcha de acciones que buscan la mejora de resultados y la mejora de vida de las personas que reciben esa educación. La educación que promueve un verdadero espíritu crítico en la sociedad.

Paulo Freire, con la acción dialógica y su Pedagogía del oprimido y Ramón Flecha, con su Compartiendo palabras y Sociedad dialógica, teniendo como finalidad en sus teorías e investigaciones la transformación y el avance de la sociedad a través de la educación, han contribuido a generar prácticas que han mejorado la realidad en todo tipo de contextos. 

En Recife, Freire creó y aplicó un programa de alfabetización con buenísimos resultados. La escuela moderna de Ferrer y Guardia ha obtenido el reconocimiento histórico unánime por sus beneficios. Santiniketan, la escuela de Rabindranath Tagore, de la cual surgieron grandes alumnos como Amartya Sen, también consiguió enormes impactos sociales a través de la educación. Horton fundó Highlander, escuela que tuvo ilustres alumnos y alumnas que impulsaron grandes transformaciones como Rosa Parks y Martin Luther King. El proyecto de Comunidades de aprendizaje, que surgió a finales de los 70 en la Verneda, ha supuesto un impulso para esta transformación, que se ha replicado en miles de escuelas en el mundo y que tiene como motor la mejora de resultados y el diálogo igualitario, entre la diversidad de personas (profesorado, alumnado, investigadores, familiares) y que no ha hecho más que hacer crecer esa voluntad que define la pedagogía crítica: la búsqueda de la mejora de resultados académicos, sociales y de sentimientos para todas las personas.

Existe un peligro claro suscitado por quienes usan la etiqueta de «pedagogía crítica» únicamente por egoísmo, protagonismo y para obtener beneficio personal. La investigación nos ha aportado criterios que nos permiten no caer en esta trampa, en este peligro, con cuatro ideas básicas que nos facilitan la distinción de lo que es pedagogía crítica de lo que no lo es:

  • Se basa en el diálogo igualitario con la ciudadanía para conseguir transformaciones reales, amplias y profundas.
  • Tiene impacto social obteniendo mejoras en la vida de las personas y en la superación de las desigualdades.
  • Obtiene igualdad de resultados de los colectivos oprimidos, tanto en alfabetización como en sentimientos y valores.
  • Se fundamenta en la rigurosidad teórica y científica, ya que se basa en las teorías y la evidencia científica con mayor validez.

Para poder ejercer un verdadero papel crítico en la sociedad, cabe hacerlo desde la educación que analiza la realidad; que propone alternativas que superan las desigualdades y la adversidad; que pretende mejorar la sociedad teniendo en cuenta la voz de la ciudadanía; que lucha por acercar la mejor educación y los mejores resultados para todo el mundo. Por ello es muy importante usar criterios que vayan en esta dirección. La ética y los valores, que no ceden en la justificación de los malos resultados, la investigación científica de impacto social de mayor calidad  y la colaboración mediante el diálogo igualitario con la ciudadanía nos permitirán, en las escuelas, caminar hacia esa pedagogía crítica que libera a las personas para poder tomar las mejores decisiones posibles.

[Imagen: iStock]
image_pdfPDF
+ posts

Profesor de la VIU y profesor sustituto de la UV. De formación, maestro de educación especial y primaria. Sus líneas de investigación incluyen las actuaciones educativas de éxito, la inclusión educativa, las nuevas masculinidades alternativas y la socialización preventiva de la violencia de género.