¿Te has preguntado alguna vez por qué todas las personas adultas hablamos a los bebés como si los entendiéramos y nos fueran a entender? ¿Por qué, si produce gorjeos o sonidos al azar, le respondemos con una sonrisa y le hablamos? «¿Sí? ¿Te gusta el juguete?» «¡Dime más cositas!» «¿En serio?» ¿Por qué le hablamos al bebé si mira un juguete? «Sí, es la pelota roja. Es muy bonita. Te gusta mucho, ¿a que sí?»
No es casualidad que todas las personas adultas lo hagamos y que siempre se haya hecho. Es lo que las investigaciones llaman “serve and return”: interacciones de ida y vuelta entre una niña o niño pequeño y una persona adulta, que desempeñan un papel clave en la formación de la arquitectura cerebral. Estas interacciones son la base del desarrollo del ser humano, y esto es innato. Son interacciones que están en nuestra biología.
Pero no es algo nuevo; ya los autores y autoras más relevantes sobre el desarrollo humano hablaban de esto:
G.H. Mead explicaba que la esencia de la naturaleza humana es la interacción, la predisposición natural a dar respuestas y esperar recibirlas. Sin una predisposición social, no existiría la persona como tal. Según el autor, la socialización no se produce porque existan las personas, sino que las personas existen porque se produce la interacción social.
J. Bruner resaltaba la “teoría de la mente”, que consta de la capacidad natural del cerebro humano de reconocer los estados mentales de las demás personas, de entender que otras personas tienen pensamientos, creencias, deseos, emociones e intenciones diferentes a los propios. Bajo esta teoría, Bruner también asegura que el desarrollo del cerebro se debe precisamente a esa expectativa por parte del recién nacido para recibir y buscar interacción de las personas adultas. El cerebro del bebé se va desarrollando y va dando sentido al mundo gracias a que las personas adultas interpretan y dotan de significado las reacciones y gestos del pequeño.
Lev S. Vygotsky explica muy bien este tipo de interacción: cuando un bebé realiza el gesto de intentar alcanzar un objeto, el adulto le responde alcanzándoselo y, seguramente, también hablándole: «¿lo quieres? ¿Te gusta? Toma». Aquí el adulto “lee” la mente del bebé y da sentido a su gesto; juntos lo transforman en un gesto simbólico común para los dos (o un “símbolo significante”, como diría Mead); un gesto construido socialmente: señalar objetos para indicar un deseo (ir a un sitio, estar con una persona, coger un juguete…). Así, en esa necesidad de relacionarse, entenderse y construir significados comunes, se desarrolla la mente.
Todas estas teorías están implícitas en el concepto de “serve and return”. Tanto en la guía del primer enlace como en uno de sus podcasts, el centro de desarrollo infantil de Harvard explica que esta interacción es la que crea los cimientos de la mente del bebé, así como sus habilidades sociales, de comunicación, la adquisición del lenguaje, etc. El cerebro del ser humano está naturalmente “cableado” y preparado para recibir respuestas de las personas adultas y también para ser activos. Los recién nacidos no esperan de forma pasiva reacciones de otras personas, sino que las buscan activamente y actúan ante ellas. De hecho, las investigaciones nos indican que ignorar a un niño pequeño, negarle atención y respuestas puede conllevar graves consecuencias en su desarrollo y serias deficiencias. En la guía explican que es muy importante asegurar que el tiempo que podamos dedicar a la niña o niño, ya sea más o menos, sea de calidad, positivo, dándoles estímulos, estando atentos a sus reacciones para darles respuestas, etc. A veces basta con un «ahá», «¿sí?» o una mirada con sonrisa ante sonidos o palabras del niño para satisfacer esa atención. Son respuestas muy sencillas y que nos salen de modo natural.
Conociendo estas evidencias, tenemos a nuestro alcance una herramienta potentísima, fácil, simple y esencial para garantizar el buen desarrollo de la arquitectura cerebral de nuestras pequeñas y pequeños, así como también su salud emocional, social y sentimental.
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Maestro de educación primaria y especialista de inglés