Espíritu, persona y sociedad de George H. Mead
Hace ya algunos años, en el contexto de formación permanente de la tertulia pedagógica de Valencia “A hombros de los gigantes”, tuve la suerte de participar en la lectura y tertulia del libro “Espíritu, persona y sociedad” de George H. Mead.
Este libro, uno de los pilares fundamentales de la psicología y sociología modernas y del aprendizaje dialógico, es un reto que seguramente no habría terminado de leer nunca si lo hubiera emprendido solo, pero hacerlo con más docentes y personas que quieren mejorar su práctica fue una experiencia llena de sentido, ya que, en cada tertulia, en cada diálogo sobre la teoría de Mead, poníamos en práctica lo que “él” explica, transformando nuestra “persona” a través de los diálogos con los otros (sociedad).
Con el desarrollo principal de la idea de que los individuos nos construimos en sociedad y que el lenguaje y la comunicación son la esencia de esta construcción y transformación, Mead nos enseña de manera brillante cómo transformamos nuestras actitudes a partir de cómo nos vemos en el “espejo” que son los otros cuando nos relacionamos, cuando estamos en diálogo con los demás. Es la esencia para entender y dar sentido a las actuaciones educativas de éxito que, a través del diálogo, generan conocimiento, como los grupos interactivos, las tertulias dialógicas o el modelo dialógico de convivencia.
Además, en esta lectura encontraremos claves para entender el comportamiento humano que nos ayudarán en aspectos del día a día. Personalmente, por mi situación y profesión (soy maestro de primaria), de la lectura y diálogo sobre ella extraje aprendizajes para:
- actuar de manera más adecuada con la diversidad existente en nuestras aulas;
- plantear actividades de aprendizaje instrumental a través del diálogo igualitario;
- empatizar y poder ayudar con las actitudes, en las edades adolescentes, en relación al grupo;
- entender la conducta individual como parte de la conducta social y poder así desarrollar estrategias que ayuden a mejorar el comportamiento, valores y actitudes del grupo y, por ende, de mis alumnas y alumnos;
- encontrar claves para entender las relaciones de amistad y la elección de estas.
Entendí que nuestra posición como docentes es privilegiada, ya que los avances sociales se hacen mediante un proceso conjunto y en diálogo constante entre los miembros de la sociedad y requieren una transformación personal continua que generará la transformación social. Y la escuela es el lugar idóneo para el inicio de esta.
Seguro que mis compañeras de tertulia enumerarían otros aprendizajes de esta lectura, ya que la teoría desarrollada por Mead en esta obra es minuciosa y muy bien ejemplificada.
Sin duda es una de esas lecturas transformadoras que marcan un antes y un después en nuestra práctica educativa.