Las consecuencias de las agresiones y de la violencia tienen una enorme trascendencia en las trayectorias de vida de las personas que la sufren y de aquellas que las viven de cerca, y cuando se normalizan estas actitudes se conforman formas de relación que perpetúan estas relaciones, los mecanismos de poder y el sufrimiento.
Cuando la formación del profesorado tiene una orientación eficaz y rigurosa, ofrece la oportunidad de crear actuaciones en los centros educativos que fortalecen entornos en los que la violencia no está bien vista, en los que las personas dialogan y se posicionan para frenarla y para proteger tanto a quienes sufren como a quienes ayudan y dan apoyo.
Los siguientes tres artículos pueden ayudar a dialogar sobre esta realidad, poniendo sobre la mesa los bulos que entorpecen el progreso y las evidencias científicas que lo impulsan.