Violencia cero desde los cero años

Este es el primero de una serie de artículos que abordarán las claves para la educación de 0 a 3 años que nos proporcionan las evidencias científicas de impacto social, rompiendo bulos y falsas creencias, como: 

  • En esta edad es “normal” que haya violencia por la falta de lenguaje oral.
  • Las agresiones en este ciclo son formas de relacionarse habituales y hasta saludables en las cuales las educadoras y las familias debemos no dar mucha importancia, porque son “cosas de niños”.
  • A esta edad solo piensan en sí mismos y no en los demás.
  • No se debe intervenir cuando los niños y niñas tienen alguna disputa.
  • No saben expresar cómo les gusta que les traten y cómo no les gusta.
  • Las amistades a estas edades no importan porque son muy poco duraderas y no dejan huella.
  • Cuando hay una agresión debemos ofrecer ayuda a quien agrede porque es quien más necesita nuestro apoyo, porque si tiene esa conducta “será por algo”… 

Todas estas falsas creencias nos impiden conseguir entornos de violencia cero desde los cero años. La formación dialógica del profesorado a través de tertulias pedagógicas dialógicas posibilita llevar la teoría a la práctica para crear un espacio seguro y libre de violencia desde las primeras edades. Algunas de las estrategias que utilizamos dentro de las aulas, y que nos alumbran el camino para no caer en bulos, son: 

  • No trivializar ni justificar la violencia. Estar muy atentos a las interacciones que se dan entre ellos y ellas dentro del aula, cortando y quitando atractivo a cualquier intención de usar el camino de la violencia, visibilizando y dando mucho atractivo a aquellas acciones que son de cuidado y buen trato y resaltando la valentía de las personas que las realizan. Pongo un ejemplo de un aula de primer ciclo con alumnado de 2 años. Un grupo de niños y niñas estaban junto a la puerta para salir y ser recibidos por sus familias. Uno de los niños empuja a otro y una niña se interpone y verbaliza moviendo el dedo en alto: «no, así no». El niño agacha la cabeza y depone su actitud. Esto fue recordado, rememorado y celebrado por toda la clase y todas las familias, esa niña tuvo una actitud muy valiente y el resto quiso imitarla en otras ocasiones, para ser también valientes, convirtiéndose en un referente para todos y todas. 
  • Estar siempre del lado de la víctima. Si se produce una agresión por parte de algún niño o niña, se debe estar siempre del lado de la víctima para atenderla, ayudarla y protegerla. No atendemos a quien agrede para tratar de buscar respuestas ni para reprenderle, y mucho menos para tratar de que la víctima le perdone dándole un regalo, un abrazo o cualquier otra fórmula que ponga a la víctima en una situación vulnerable. En el aula, cuando hay una agresión atendemos rápidamente a la víctima, la damos nuestro apoyo, la ayudamos y consolamos, tratando de que se sienta segura y que no vuelva a pasar. 
  • Denunciar es de valientes. Generar espacios de diálogo en los que los niños y las niñas denuncien es importante. Cuando un niño o niña denuncia, debe ser atendido y debemos tomar decisiones para que no vuelva a ocurrir. Muchas personas piensan que un niño o niña de estas edades puede no tener lenguaje oral y eso es un impedimento para comunicarse, pero todos sabemos que hay más comunicación que la verbal y que el lenguaje contiene muchas señales que nos pueden indicar que no nos gusta algo, que nos sentimos incómodos o que nos han dañado. Para explicarlo puedo poner un ejemplo con niños y niñas de 2 años. Tras el momento de recreo, se generaba un espacio y un tiempo en el aula para poder comunicar si alguien no se había sentido bien. Una de las niñas, apenas sin lenguaje oral, nos explicó a todos cómo otro niño le había empujado al perder este el equilibrio en el tobogán. Ante aquella situación, acordamos todos y todas que esto no podía volver a ocurrir y que a partir de ese momento habría que esperar a que el compañero o compañera bajara para subir otra persona. No nos escudamos en que había sido sin querer, buscamos una solución para poder estar todos seguros y poder aprender y jugar libremente. Estos espacios de diálogo también los utilizamos las educadoras para compartir con ellos artículos del Periódico Educación, del Diario Feminista o Frontiers Kids para abordar ciertos temas importantes. Lo hacemos resumiendo estos artículos y sacando los temas claves que plantean, como «dar besos después de que nos dañen», «los amigos son un tesoro que nos protege», «lo importante de las 5D», etc. 
  • Fomentar la amistad. No todos y todas tenemos que ser amigos y amigas, pero sí podemos hacer que los sentimientos de amistad y ayuda estén presentes en toda la jornada, porque sabemos que las amistades en estas edades pueden o no ser duraderas, pero todas ellas contribuyen a generar un concepto de amistad u otro, y esto es muy importante para las relaciones futuras y la construcción que realizamos de la amistad. Con los niños y niñas “practicamos” mucho la amabilidad y el buen trato para que lo que “nos salga de dentro” sea ayudar, apoyar y tener buenas conductas. Así “sacamos siempre de dentro” nuestro mejor comportamiento, ese que nos hace brillar más intensamente. Para poner un ejemplo, a veces dentro del aula se produce algún tropezón inesperado de algún niño o niña. Cuando esto sucede, siempre fomentamos que se pregunten si están bien y si necesitan ayuda, nos preocupamos por los demás siempre. 
  • Favorecer la participación de la familia. Establecer tiempos y espacios con las familias en los que podamos hablar de cómo conseguir espacios de violencia cero tanto dentro como fuera de la escuela. Para ello se pueden establecer tertulias dialógicas en las que familia, educadoras y educadores compartamos artículos que tengan evidencias científicas de impacto social sobre este tema de la violencia y que nos ayuden a dialogar sobre aspectos importantes como, por ejemplo, la importancia de no trivializar la violencia. Así, entre todos y todas, unificamos nuestra forma de abordar las actitudes violentas y contribuimos a que desde los cero años haya un posicionamiento firme ante el uso de la violencia. Las actuaciones educativas de éxito como grupos interactivos son claves también para que las familias estén presentes e involucradas en la mejora de la educación y la convivencia en el aula. En mi experiencia con alumnado de 2 años llevando a cabo grupos interactivos, he visto como las relaciones entre los niños y niñas, entre las familias y con las educadoras se fortalecían a la vez que avanzábamos en el aprendizaje instrumental de todos los niños y niñas del aula sin excepción. 

Crear un espacio en el que convivir libre de violencia dentro de un aula desde los cero años ¡es posible! Podemos conseguirlo si utilizamos en este camino la brújula de las evidencias científicas de impacto social; si, para recorrer este camino, no lo hacemos solos y solas, sino junto a toda la comunidad educativa a través de la formación dialógica

[Imagen: Pixabay]
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Por Vanessa Monar

Maestra de educación infantil y primaria. Máster en necesidades educativas y atención temprana