¿Cuál es la mejor formación del profesorado? Creo que coincidiréis conmigo en que sería aquella que nos lleve a realizar las prácticas educativas que aumentan el éxito del alumnado y al mismo tiempo mejoran la convivencia en nuestro centro.
En mis primeros años como docente, allá en 2003 y siguientes, ya tenía claro que la forma de mejorar mi práctica educativa era la formación. Por aquel entonces lo que hacía, creo que como mucho del profesorado de la Comunidad Valenciana, era hacer cursos del CEFIRE (centros de formación, innovación y recursos educativos de la Comunidad Valenciana) de los que valoraba su aplicación práctica. Esta idea sobre la formación (cuanta más aplicación práctica, mejor) perduró hasta que escuché a Teresa Sordé en una conferencia magistral sobre las bases científicas en la educación. Recuerdo que pensé: ¿por qué ninguna institución educativa por las que he pasado me ha explicado qué es realmente importante en mi formación como docente?
Lo que no sabía entonces y sé ahora es que para llevar a cabo nuestra labor educativa con garantías de éxito es muy importante conocer también a los autores a partir de los cuales se desarrolle cualquier acción y las bases científicas que la sustenten. El profesorado debemos conocer el porqué de nuestras prácticas educativas y aplicarlas de forma rigurosa para garantizar los mejores resultados. Debemos formarnos en el rigor científico, leer las fuentes originales y no ocurrencias del “gurú” educativo de turno o aquel powerpoint sin referencias bibliográficas que nos ha pasado nuestra compañera. Con estas evidencias y redes de solidaridad, como las que surgen cada día más, lideradas por profesorado universitario y no universitario, junto a otros agentes, familias y personas investigadoras, es posible crear realidades educativas que transforman y nos transforman, hacia comunidades más inclusivas.
¿Y cómo lo hacemos? Ya existe evidencia de que, cuando el profesorado tiene acceso al conocimiento científico y basa su proceso de toma de decisiones educativas en la evidencia científica, los resultados mejoran. Además, las tertulias pedagógicas dialógicas han mostrado mejoras publicadas en revistas de impacto científico internacionales. La formación dialógica del profesorado, escogiendo los textos de los mejores autores y los artículos científicos de mayor impacto para reflexionar juntos, es hoy una de las mejores soluciones. Ofreciendo estos espacios de diálogo al profesorado para construir colectivamente el aprendizaje, con diálogos igualitarios, con la inteligencia cultural que nos aportan los conocimientos y experiencias de todos y todas, respetando nuestras diferencias y con la solidaridad que nos ofrece un aprendizaje compartido, iremos poco a poco dando sentido a esa transformación educativa y social que buscamos.
Trasladar esta formación dialógica, iniciada en el seminario A Hombros de Gigantes, en mi centro fue una gran apuesta. La mayoría del profesorado manifestó su encanto con comentarios como los siguientes:
Realmente interesante, me ha pasado el tiempo volando; es necesario hablar más sobre esta temática.
Participante de la tertulia pedagógica
Lo que hemos hecho hoy ha sido fantástico; el profesorado de otras escuelas debería conocerlo.
Participante de la tertulia pedagógica
Numerosos estudios coinciden en que la formación continua del profesorado es una condición esencial para la mejora de la escuela. Con una formación del profesorado basada en la evidencia, podremos ir transformando la práctica educativa y conseguir mejoras a nivel educativo y de convivencia para nuestro alumnado.