La legislación que obligó a las universidades a reconocer y actuar contra el acoso sexual interno se aprobó el 12 de abril del 2007 venciendo así la negativa a hacerlo por parte de la CRUE y de las universidades. El 5 de octubre de ese mismo 2007, con el mismo Parlamento y el mismo Gobierno, se aprobó el Real Decreto para la sustitución de la evaluación feudal en el sistema universitario español por un sistema meritocrático. Se ha publicado un artículo científico con claros indicadores de la vinculación entre ambos hechos.
Quienes desde 1995 estaban presentando denuncias, apoyando a las víctimas y recibiendo en las mismas universidades solo ataques, calumnias y amenazas de expulsión, sin ningún apoyo, tenían clarísimo que no se podría superar la omertá sobre esos acosos si no se cambiaba el sistema feudal de evaluación. Hasta entonces, la contratación y promoción de profesorado dependía del criterio subjetivo de los catedráticos que dominaban cada área de conocimiento con la disculpa de que ellos evaluaban la “calidad” de cada artículo y no en qué revista estaba publicado ni las citas que tenía. El poquísimo profesorado que apoyaba a las víctimas recibía valoraciones negativas de la “calidad” de sus artículos aunque estuvieran publicados en Harvard o Cambridge, y tuvieran muchas importantes citas.
Al presentar a la sociedad y a diversidad de representantes del Parlamento los escandalosos resultados de la primera investigación científica sobre el acoso sexual en las universidades españolas quedó muy claro que no se podría lograr la efectividad de una legislación contra el acoso sexual en la academia si no se hacía al mismo tiempo una legislación que terminara con esa evaluación feudal y la sustituyera por otra en principio basada en méritos científicos y que luego fuera complementada por criterios de transferencia e impacto social.
Desde entonces se han venido dando importantes pasos en ese sentido, avanzando muy lentamente pero en la dirección adecuada. Solo recientemente se ha levantado una rebelión contra los criterios meritocráticos y las revistas científicas con todo tipo de falsedades como ya se ha publicado en este periódico . Como feminista quiero dejar muy claro que, intencionadamente o no, ese intento de vuelta parcial a la evaluación feudal de la “calidad” de las publicaciones es un retroceso gravísimo para la superación del acoso sexual en nuestras universidades.