Profesorado leyendo, Periódico Educación

Entre los equipos docentes, de forma general, existe la preocupación de ofrecer mejoras reales en la educación de personas con necesidades educativas especiales. En este sentido, cada vez hay más consenso sobre la importancia que tiene crear entornos de aprendizaje interactivos basados en la evidencia científica para garantizar una educación inclusiva que permita atender a todo el alumnado. No obstante, son todavía habituales las prácticas educativas que segregan al alumnado con necesidades educativas especiales que estudia en escuelas ordinarias, a través de acciones de apoyo fuera del aula. Son numerosos los ejemplos que podemos encontrar en el día a día de escuelas e institutos. Al respecto, organismos internacionales advierten sobre el empeoramiento que se genera en el alumnado de educación especial escolarizado en centros ordinarios que no están preparados para dar una respuesta inclusiva verdadera.

La investigación ha mostrado la necesidad de la inclusión real como medio de mejora de la educación mediante estudios publicados en revistas de impacto y en programas de investigación. El estudio que presentamos en este artículo analizó el impacto de dos programas de formación dialógica, basados en evidencias científicas, a través de la implementación de actuaciones educativas de éxito para docentes de educación especial e identificó la mejora de la inclusión y la calidad educativa, tanto del estudiantado con necesidades educativas especiales como del resto. 

La formación dialógica realizada al equipo docente participante en la investigación se focalizó en dos actuaciones clave: las tertulias pedagógicas dialógicas del profesorado y los  grupos interactivos para implementar en el aula:

  • Las tertulias pedagógicas dialógicas permitieron compartir el conocimiento de las fuentes científicas sobre las que se dialogó y con el que se impulsó una respuesta más eficaz a los problemas de la práctica escolar. El profesorado especialista de educación especial, según la investigación, transformó su rol y pasó a basar sus acciones en la evidencia científica, llevándolo a aplicar las actuaciones para trabajar con todo el alumnado dentro del aula, sin segregación, y contando con la comunidad educativa (padres y madres, antiguo alumnado, otras personas del barrio, etc.) como recurso eficaz y transformador dentro del aula.
  • Los grupos interactivos en el aula, por su parte, organizados por el personal docente con la participación de miembros de la comunidad educativa, supusieron la presencia de figuras adultas en el aula que reforzaron la inclusión y aumentaron las oportunidades sociales y académicas de todo el alumnado. A la vez, permitieron a los y las familiares una mejor comunicación con el profesorado, mayor implicación en la educación dentro y fuera de la escuela, la cooperación y el aumento del conocimiento sobre la situación educativa de los y las estudiantes y de sus necesidades.

[Imagen: iStockPhoto]

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Por Carolina Grau

Licenciada en Pedagogía y profesora de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Valencia