En las escuelas, todos los días, podemos encontrar alumnado con dificultades de aprendizaje que intenta desenvolverse en sus aulas a pesar de las barreras que encuentran en sus contextos. Para lograr vencer estas dificultades los niños y niñas necesitan que su entorno sea capaz de proporcionar interacciones potentes y aceleradoras.
El progreso de los niños y niñas con dificultades específicas de aprendizaje en la lectura, en la escritura o en las matemáticas, tal y como evidencia la publicación científica Teacher Attitudes Toward Dyslexia: Effects on Teacher Expectations and the Academic Achievement of Students With Dyslexia, depende de las expectativas que tenga su profesorado sobre sus posibilidades de aprendizaje y de mejora. Siguiendo aquel dicho que sugiere que el alumnado no hace lo que decimos sino que copia lo que hacemos, la investigación sobre el efecto de las expectativas del profesorado en el alumnado con dislexia ofrece evidencias claras de que los niños y las niñas responden, en sus resultados académicos, a las creencias de sus maestras y maestros.
Las actitudes implícitas del profesorado, es decir, aquellas que están dirigidas por sus verdaderos pensamientos, influyen de manera consistente en las posibilidades de los niños y niñas con dislexia. Por lo tanto, lo que se piense de manera profunda se traduce en actitudes y actos comunicativos que permiten que el alumnado interiorice y entienda aquello que podrá superar y aprender, según lo percibe de las personas adultas que le ayudan en la escuela. Además, estas actitudes tienen un efecto multiplicador porque se transmiten al resto de personas, al resto de alumnado, profesorado especialista y familiares, quienes también pueden ver afectada su mirada y su expectativa hacia esos niños y niñas.
La dislexia, como dificultad específica de aprendizaje que afecta a los procesos de lectura y comprensión lectora por una disfunción del sistema nervioso, no tiene repercusión en la cognición ni en las capacidades de desarrollo ni de aprendizaje a nivel general. Aun así, por la importancia que tiene la lectura, los efectos de la falta de detección e intervención de estas dificultades son devastadores, ya que se traducen en fracaso y abandono escolar, en pérdida de interés en el aprendizaje, baja autoestima y bajo rendimiento académico. Además, se debe tener en cuenta que el porcentaje de afectación en la sociedad, que va entre el 6 y el 10 por ciento según los estudios, produce una cadena de efectos con múltiples derivadas en lo educativo, pero también en lo social. Por otro lado, el alumnado que ha tenido profesores y profesoras que no solo han comprendido y detectado sus dificultades, sino que además les han proporcionado suficientes interacciones de calidad, ha podido superarlas, mediante el esfuerzo y la ayuda, pudiendo aumentar la libertad en sus decisiones académicas y sociales.
El profesorado debemos concienciarnos de la inmensa responsabilidad que tenemos, no solo por el tipo de actuaciones que realizamos en las aulas, sino también por el tipo de actitudes y de expectativas que mantenemos con todo el alumnado. Las altas expectativas en el resto de personas parecen ser un elemento clave para el aprendizaje. Si preguntamos, la mayoría del profesorado expresa su elevado grado de expectativas hacia el alumnado. Pero solo el diálogo riguroso sobre las evidencias científicas, sobre las actuaciones y las posibilidades de intervención con el alumnado, permitirá ajustar las actitudes implícitas que, como muestra este artículo, son las que tienen influencia directa en la mejora y la superación de las dificultades, y no solamente en alumnado con dislexia, sino para todo el alumnado.
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