Aún perdura en la actual sociedad de la información el discurso reproduccionista, que determina en los centros educativos el nivel y la calidad del aprendizaje en función del estatus social o del origen étnico de las personas. Este discurso conlleva ciertas prácticas que perpetúan las desigualdades y suele estar presente en ideas como estas: “este alumno no tiene el nivel de su edad, hay que adaptar el contenido”; “en este colegio hay un porcentaje muy elevado de inmigración, por lo tanto, bajamos el nivel curricular”; “a esta alumna no le va a servir para su vida aprender una segunda lengua, en su cultura no es necesario”.

Como bien demuestran las evidencias, estas ideas no solo son falsas, sino que además incentivan las desigualdades sociales y académicas. Prueba de ello son las adaptaciones curriculares y la creencia de que hay que tomar como punto de partida los conocimientos previos para el aprendizaje, praxis exclusoras arraigadas que impiden el desarrollo cognitivo a los màximos niveles intelectuales y generan bajas expectativas en el àmbito personal, escolar, cultural, familiar y socioeconómico. Estas adaptaciones se realizan en muchas ocasiones al alumnado con desconocimiento del idioma o pertenecientes a grupos culturales en riesgo de exclusión social, ofreciéndoles aprendizajes de bajo nivel por confundir que no saben hablar o escribir, o que les cuesta mucho, con que no saben historia o biología, tal como indica Cummins.  

En contrapartida al modelo reproductor, desde las perspectivas dialógicas, en lugar de crear contextos de adaptación y recurrir a un currículum de mínimos que desemboca en el fracaso escolar, se generan mecanismos para la transformación de dichos contextos; se aceleran los aprendizajes de calidad a quien más lo necesita, para que “nadie se quede atrás” y para asegurar la igualdad de resultados.

Siguiendo este enfoque dialógico, se gestiona el aula en grupos heterogéneos donde la diversidad del alumnado permite que actúen como mediadores de la cultura, haciendo posible el acceso a la misma a través de herramientas como el lenguaje. Por ejemplo, cuando se están estudiando conceptos de Ciencias Naturales donde aparece contenido específico y vocabulario académico, se realizan lecturas dialógicas donde el profesorado fomenta la lectura conjunta, en la que dialogan sobre el contenido, ayudando a quien más lo requiere a través de más explicaciones, razonamientos, reflexiones… amarrando la comprensión mutua. En estos momentos todos y todas son un recurso, desde los  niños o niñas que conocen el idioma minoritario hasta las aplicaciones para facilitar el acceso al discurso en estos grupos. No se adapta el contenido sino que se transforman y aumentan  las oportunidades a través de las interacciones de calidad, que posibilitan la aceleración y la adquisición del aprendizaje. Por tanto, se promueve la igualdad de resultados a todo el alumnado sin exclusión. 

Para más información sobre el tema, se puede consultar este enlace.

[Imagen: Unsplash]

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Por Isabel Bixquert

Maestra de primaria. Participante de la tertulia pedagógica dialógica "A Muscles de Gegants"