Nunca dejará de emocionar y transformar ver cómo las actuaciones educativas de éxito (AEE) logran mejorar la vida de los niños y niñas en lo cognitivo, en valores y en lo emocional. Por mucho que la investigación lo haya constatado en múltiples ocasiones en publicaciones con aval científico internacional y en contextos diversos, sigue emocionando y transformando ver lo que logra en menos de un mes en los niños y las niñas pasar, por ejemplo, de una atención a la diversidad con una perspectiva del déficit a una atención inclusiva con altas expectativas a través de las AEE.

Sin duda, la atención a la diversidad y en especial del alumnado con NEE puede requerir una intervención de especialista y, en ocasiones, de manera individualizada. En realidad, es una atención que todos y todas en algún momento necesitamos; así, vemos cómo el alumnado más aventajado también necesita de refuerzo (que suele traducirse en horas de academia, en ayudas en casa cuando existe esa posibilidad, etc.), para llegar a los niveles que él, ella o su familia desean. Con más razón, pues, el alumnado con más dificultades necesita ese refuerzo y ese apoyo; no tenerlo, sea por falta de medios o dedicación de las personas que tienen al lado, es una injusticia y un déficit (en este caso, sí) del sistema educativo en el que está inmerso el niño, algo que no deberíamos dejar pasar ni dejar de suplir. Con todo, hacerlo en el horario lectivo, dentro o fuera de clase y con una perspectiva del déficit y en situaciones de estigmatización, si lo pensamos bien, supone una vulneración de los derechos del niño tan grande como el no ofrecerle la ayuda que necesita y de la manera en que la mejor evidencia de impacto social ha demostrado que genera mayores beneficios en el alumno o alumna, en su familia y en sus compañeros de clase.

Emociona y transforma ver cómo se pasa de los efectos paralizantes (por ese apoyo individualizado y estigmatizador dentro o fuera de clase) a la participación voluntaria generada con las tertulias dialógicas y los grupos interactivos; cómo se pasa del miedo a hablar en clase, y el pánico a leer en público, a la intervención espontánea en un grupo interactivo y a la lectura en voz alta de media página de una obra como Romeo y Julieta que se desea compartir para comentar en una tertulia dialógica.

Los entornos seguros de las AEE, la participación de las familias (la propia y ajenas) como voluntarios en la biblioteca tutorizada, en los grupos interactivos y en las tertulias dialógicas, generan confianza, altas expectativas en todos y todas, entornos en los que el alumnado se siente a salvo y seguro, lo que fomenta su participación voluntaria y, con ello, como nos muestra la evidencia, la mayor comprensión y el mayor desarrollo cognitivo.

Para garantizar los derechos humanos 26 y 27, referidos a la educación y la ciencia, compaginar los apoyos especializados inclusivos con la atención individualizada en el horario extensivo es una necesidad y una obligación que los centros y docentes deberíamos pedir a la administración y que deberíamos suplir mientras no esté asegurada.

[Imagen: foto de Yan Krukau]
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Profesor de enseñanza secundaria. Catedrático de Lengua castellana y literatura. Miembro fundador de Asturias AEBE.