¿Qué claves nos da la ciencia?
Mireia Barrachina y Cristina Pérez-Manglano
Hoy en día, en el marco de la inclusión educativa, la escolarización del alumnado con necesidades educativas especiales (NEE) en centros ordinarios no es una opción, sino un derecho. El diálogo debe centrarse en cómo hacer posible su plena inclusión: identificar y eliminar las barreras que impiden el acceso, la participación y los máximos aprendizajes. No se trata de decidir si es posible incluir a este alumnado, sino de garantizar su derecho a compartir espacios educativos donde puedan desarrollarse y construir relaciones significativas.
Sin embargo, debemos reconocer que existen cifras preocupantes de fracaso escolar, abandono y violencia que afectan a una parte del alumnado con NEE en centros ordinarios. Esto refleja que no todos los centros están preparados para ofrecer un entorno inclusivo de calidad, aunque ese sea el objetivo que debemos alcanzar. Es por ello que la mejor opción de escolarización del alumnado con NEE siempre será aquella que se dé en centros donde se implementen prácticas basadas en evidencias científicas de impacto social que garanticen su inclusión.
La toma de decisiones respecto a la escolarización de alumnado con NEE es siempre compleja y debe basarse en un diálogo profundo entre la familia, los equipos educativos y los equipos especializados, sin olvidar al propio alumno o alumna. Todo esto es muy importante que parta siempre de argumentos válidos para tomar las mejores decisiones. En este proceso, el equipo de orientación educativa (EOE) desempeña un papel principal, guiando y asegurando que se consideren las evidencias científicas de impacto social en la toma de decisiones. En este artículo intentaremos profundizar sobre algunos aspectos clave.
Los avances de la investigación en psicología y educación han transformado nuestra forma de entender el aprendizaje, destacando la importancia del diálogo y la interacción. Este giro dialógico, sustentado por la teoría del aprendizaje sociocultural de Vygotsky, sostiene que aprendemos no solo acumulando conocimientos, como propone Ausubel con su teoría del aprendizaje significativo, sino principalmente a través de la comunicación y el intercambio con otros. Además, este enfoque no se limita únicamente al lenguaje oral o escrito, sino que también abarca formas de comunicación alternativa o aumentativa, ya que el desarrollo cognitivo es un proceso cultural que florece en el diálogo. Así, las interacciones, en todas sus formas, se convierten en el verdadero motor del aprendizaje, el cual impulsa el desarrollo, y no al revés.
La neurociencia es muy clara al respecto: el factor más influyente en el aprendizaje son las interacciones. Cuantas más oportunidades se creen entre personas diversas, mejores serán los resultados. Santiago Ramón y Cajal, padre de la neurociencia moderna, dijo “somos arquitectos de nuestro propio cerebro” refiriéndose a la plasticidad cerebral, la cual implica que el cerebro está en constante cambio y evolución, y que nuestras experiencias y el entorno moldean las conexiones neuronales. Por lo tanto, el aprendizaje y el desarrollo no están limitados; todos y todas tenemos la capacidad de seguir aprendiendo a lo largo de la vida, sin excepciones.
Un contexto social positivo y desafíos intelectuales adecuados fomentan el potencial de todo el alumnado. En consecuencia, es fundamental establecer altas expectativas y ofrecer retos cognitivos a todo el alumnado, especialmente a quienes más lo necesitan. Por tanto, si cada alumno o alumna tiene el potencial de dar forma a su propio cerebro y aprendizaje, siempre que se le proporcione el entorno adecuado, ¿por qué tiene que ser diferente para el alumnado con NEE? Especialmente a quien presenta mayores retos cognitivos, debemos proporcionar más interacciones de calidad.
Además, debemos tener en cuenta que la inclusión de estudiantes con NEE no solo les beneficia a ellos, sino también a sus compañeros y compañeras. Estudios demuestran que, al interactuar, el alumnado aprende a respetar las diferencias, desarrolla nuevas amistades y fortalece su paciencia y capacidad cognitiva al ayudar a otros, enriqueciendo así el aprendizaje de todos y todas, creando un entorno más colaborativo y diverso en la comunidad educativa.
La verdadera barrera no puede ser que los centros ordinarios o el profesorado de los mismos no se sienta preparado para proporcionar entornos de aprendizajes de calidad y con altas expectativas al alumnado NEE. Es importante quitarnos el miedo y eso solo se consigue con formación basada en evidencias científicas de impacto social.
En próximos artículos profundizaremos sobre experiencias de éxito, tanto en centros ordinarios como en centros de educación especial, que arrojen luz sobre cómo mejorar la inclusión en nuestros contextos.