Recientemente tuve la suerte de visitar la exposición sobre Ramón y Cajal en el centro de cultura contemporánea La Madraza de la Universidad de Granada. En ella se da cuenta de un claro ejemplo de referente universal a nivel humano y científico que, aunando verdad, belleza y bondad, ofreció y sigue ofreciendo, más de cien años después, caminos de mejora con creación de sentido para todos y todas.
Ramón y Cajal hoy sigue siendo un referente por sus hallazgos científicos hasta tal punto que hace pocos días un estudio de la Universidad de Chicago le restituía la razón sobre la verdadera estructura de las células neuronales de Purkinje a partir de las observaciones que el insigne científico español había recogido en sus bellos dibujos de las células nerviosas de las neuronas (“las mariposas del alma” que él gustaba llamar). Desde un punto de vista social y personal la exposición nos muestra un Ramón y Cajal además comprometido con la ciencia y la educación, solidario y bondadoso con discípulos y compañeros, que, por citar solo un detalle, no dudó en poner en valor, en la ceremonia de recepción del Nobel en 1906, el trabajo de la persona con la que compartía el premio de ese año, aunque no fuera correspondido (al contrario) por su homólogo de la misma manera.
Visibilizar referentes que como Ramón y Cajal realmente constituyen un modelo en lo personal, lo social y lo académico es clave para crear sentido entre todos y todas y lograr avances en la sociedad dialógica en la que nos encontramos. Por el contrario, ofrecer referentes que no son ejemplares en alguno de esos ámbitos pone obstáculos a la mejora y al progreso, sea cual sea el ámbito del que se trate; así, por ejemplo, centrarse como referentes feministas en Simone de Beauvoir (firmante de un manifiesto en favor de despenalizar la pederastia), en vez de en Simone Weil; o centrarse en Gloria Fuertes (colaboradora en revistas infantiles de propaganda franquista), en vez de en las mujeres feministas antifranquistas exiliadas, hace “retroceder la ciencia, los avances sociales y todas aquellas personas que los hacen posibles” y contribuye a una pérdida absoluta de sentido, fomentando muchas veces la polarización, el frentismo y que no se logren los objetivos deseados. La propagación de estos falsos referentes desde sectores “feministas” son tan baldíos y a veces nocivos como, por ejemplo, querer contrarrestar a la extrema derecha al tiempo que se alaba a figuras de mentalidad nazi como Nietzsche.
Educar con verdaderos referentes, abordar los temas desde la evidencia científica, en diálogo igualitario y con actuaciones de impacto social, como las actuaciones educativas de éxito (AEE), mejora a las personas y reduce las posturas negacionistas. A título personal, he podido vivir, desde que participo de las AEE, cómo el negacionismo frentista en cuestiones de género que a veces encontramos en las aulas se va neutralizando gracias a las tertulias feministas dialógicas, evitando las opiniones sesgadas, los falsos referentes y las actuaciones no dialógicas propias de una coeducación feudal. Es importante que tengamos en cuenta que “por muy buena intención que tengamos y por mucho esfuerzo que pongamos, corremos el riesgo de que nuestra labor profesional no solo sea inútil, sino incluso contraproducente”, si no partimos de las mejores evidencias científicas de impacto social (ECIS) y de los verdaderos referentes que generan transformación y creación de sentido entre todos y todas.
Profesor de enseñanza secundaria. Catedrático de Lengua castellana y literatura. Miembro fundador de Asturias AEBE.