Las Evidencias Científicas de Impacto Social (ECIS) han demostrado la importancia de la participación de las familias y de toda la comunidad educativa para la mejora de todos los niños y niñas. La clave de todo ello es que esa participación de la comunidad sea una participación educativa a través de las actuaciones educativas de éxito (AEE), las que el Proyecto INCLUD-ED ha identificado como las actuaciones que generan la mayor mejora en todos los planos educativos: el cognitivo, emocional y ético y social, a un tiempo, y en plena inclusión.
En ese sentido, es muy esperanzador ver cómo cada vez más profesorado y más centros educativos participan en redes de formación y las crean en torno a las AEE. Así, por ejemplo, en Asturias, desde la primera agrupación de centros aprobada hace dos años por el Ministerio de Educación (integrada con otros tres centros de Cantabria, Valencia y Murcia), este año serán un total de 7 agrupaciones (que aglutinan a más de 20 centros), las que aspiran a ofrecer lo mejor a sus comunidades a través de proyectos basados en evidencias de impacto social. Estas agrupaciones incluyen también a centros de otras CCAA multiplicando el impacto y mejorando la implantación de las AEE.
Las redes de formación basadas en evidencias a través de programas oficiales del Ministerio (como es el caso de las agrupaciones) o de las Comunidades Autónomas (como es el caso de las redes formativas en AEE y EBE –educación basada en evidencias– con los centros de formación del profesorado), están siendo una muy buena vía para una mejora efectiva de la educación en la que cada vez más niños, niñas y adolescentes y sus familias se ven incluidas para cumplir los derechos humanos número 26 y 27 y acercarnos a la consecución de los ODS, especialmente el cuarto (educación de calidad). Gracias a esas agrupaciones y redes centradas en las evidencias científicas de impacto social, y en las AEE en particular, cada vez más docentes y centros se reencantan con su profesión haciendo poco a poco realidad su sueño de ser auténticos artistas sociales y ofrecer a sus comunidades el derecho a una educación de calidad para todos y todas y a la participación efectiva en el progreso científico y en los beneficios que de él resultan.
Con esa transformación termina un curso académico y se anuncia con enorme ilusión otro con cada vez más escuelas que partiendo de las ECIS se deciden a ofrecer lo mejor “a las personas que van a cambiar el mundo”.