Existen valores que, a lo largo de la historia, han sido defendidos como buenos y bellos por personas que han sido portadoras de los mejores sentimientos. La defensa de estos valores ha venido y viene motivada porque unas pocas personas han querido y quieren darle la vuelta, vaciando de atractivo a quien los incorpora en sus vidas, con el único objetivo de lograr su propio beneficio personal.
El valor de la verdad y la sinceridad es lo que vamos a tratar en este artículo. Todas las grandes obras literarias, que son aquellas que transmiten el conocimiento acumulado a lo largo de la historia que nos llega de generación en generación, tratan este tema. Y todas ellas tienen algo en común: tratan temas que siempre preocupan a la humanidad y que no son solo de una época en concreto. Estos días estaba leyendo Las traquinias y encontré un ejemplo de la defensa de la verdad en palabras de Deyanira:
«Pero, si mientes por haberlo aprendido de aquel, no has aprendido una bella lección; y, si por ti mismo te adoctrinas así, cuando quieras mostrarte noble, resultarás malvado. Así que dime toda la verdad, porque para una persona libre, ser tenido por mentiroso no es un bello destino»
En estas palabras extraídas del texto, la belleza va unida en todo momento a la verdad y a la nobleza (bondad), al mismo tiempo que deja claro que es lo que te hace ser una persona más libre y menos sometida. Poder leer con la infancia y la juventud textos como estos nos puede ayudar a dotar de atractivo algo tan valioso como es la verdad. Recuerdo un debate con alumnado de sexto sobre este tema, en el que una alumna dijo que «mucha gente dice mentiras y es normal», queriendo justificar de alguna forma el engaño. Decir que «es algo que todo el mundo hace» es muy fácil de desmontar ya que, a lo largo de la historia, ha habido y hay muchas personas que han defendido la verdad pese a las dificultades de la “empresa”. Pero no solo personas alejadas de nuestra realidad, sino que, en las personas que tenemos más cerca, podemos encontrar ejemplos que pueden desmontar este falso argumento.
Abrir espacios de diálogo donde se sigan trazando caminos que nos conduzcan a un bello destino, con mayor libertad, es una gran oportunidad educativa. Solo con dejar de reproducir los discursos que quitan valor y atractivo a quien tiene la valentía de defender la verdad, ya estaremos contribuyendo.