En el artículo anterior sobre actos comunicativos se desgranaban algunos detalles que resultan vitales en las interacciones entre personas. Los gestos, las miradas, si la finalidad es entenderse o bien conseguir algún objetivo final mediante la interacción, o tener en cuenta el entorno en el que se dan dichas interacciones, para identificar determinadas actitudes, acciones o comentarios que puedan suponer una coacción o una presión.

En las escuelas podemos valorar una gran cantidad de actos comunicativos todos los días pero, en este artículo, quiero mostrar un ejemplo que pueda ayudar a reflexionar sobre este tema. Es decir, poder ver cómo se relaciona el alumnado con sus iguales, y cómo nos relacionamos las personas docentes con el alumnado, con la familia o con miembros de la comunidad.

Desde edades muy tempranas, la lectura en el aula pone en exposición la capacidad y la evolución de cada persona. Por lo tanto, todo lo que sucede alrededor del niño o niña que está leyendo en voz alta delante de toda la clase es un condicionante de futuras interacciones, de los siguientes retos y de las capacidades y los juicios que se dan entre iguales.

Todas y todos hemos vivido alguna situación que puede parecer normal pero que no debería serlo: un niño o niña temblando o titubeando cuando tiene que leer delante de toda su clase. Los actos comunicativos que se generan en ese preciso instante son muy importantes. Las miradas, los gestos, los ruidos, los comentarios en voz baja o en voz alta que pueden hacer los propios compañeros o el profesorado, son de gran importancia para la persona que lee. 

Debemos crear espacios en los que sea inaudito un mal gesto, un juicio de valor negativo, de menosprecio o de falta de solidaridad; hay que provocar diálogos sobre cómo podemos ayudarnos en los momentos de alta tensión; dar ideas en colectivo para ofrecer opciones de respuesta solidaria. Estos son elementos claves para poder normalizar las situaciones en las que las personas tenemos que exponer ante otras personas nuestras capacidades, como, por ejemplo, la lectura. Con ello, se evitarían miedos, frustraciones, bloqueos o bajos rendimientos mientras, en cambio, se generarían actitudes de ayuda, de solidaridad y de mejora acelerada en niños y niñas que, con o sin dificultades de la lectura, superarán con esfuerzo y calma situaciones de este tipo. Por contra, mantener situaciones de coacción y menosprecio tiene graves consecuencias en las relaciones sociales, a nivel académico y para la salud mental. 

Es por eso que valorar los actos comunicativos, tenerlos en cuenta y contribuir en la construcción de los que son dialógicos, por ello alejados de la coacción y de la violencia, supone una verdadera herramienta de aceleración y de fomento de los mejores sentimientos que salva las vidas académicas y sociales de muchos niños y niñas.

[Imagen: Freepik]
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Maestro de educación especial y primaria. Profesor de la Universidad Internacional de Valencia. Sus líneas de investigación incluyen las Actuaciones Educativas de Éxito, la inclusión educativa, las Nuevas Masculinidades Alternativas y la socialización preventiva de la violencia de género.