En la sociedad dialógica en la que vivimos, la ciudadanía no puede entender que la ciencia sea “un campo en el que sus representantes sustituyen la verdad por sus respectivas ideologías, intereses o situaciones individuales” (Flecha). En este sentido, la figura de Rafael Altamira no solo está de actualidad, sino que está muy vigente. Como los grandes referentes de su época (como por ejemplo Jane Addams frente a los llamados padres de la sociología Émile Durkheim y Max Weber), Altamira siempre se posicionó del lado de la paz; en todos los momentos claves que vivió (el desastre del 98, la Primera y Segunda Guerras Mundiales, el periodo de entreguerras, incluida la guerra civil española…), mostró un posicionamiento muy claro por la paz, la legalidad y los más desfavorecidos, y siempre buscando el bien común a través de la educación, la cultura y el diálogo. No en vano fue uno de los fundadores del Tribunal de Justicia Internacional de la Haya, del que formó parte durante más de 30 años, y por esa labor y por los lazos generados con toda Hispanoamérica gracias a sus charlas y talleres fue propuesto para el premio Nobel de la Paz en dos ocasiones.
Rafael Altamira está de actualidad por el hecho de que en los últimos días han sido regresados sus restos y los de su esposa de México a su pueblo de la infancia, El Campello, en Alicante. Pero sobre todo está muy vigente todavía, y no solo por lo que representó para la reforma educativa de todo un país, sino por actuaciones que hoy, inspiradas en algunas de sus iniciativas de hace más de un siglo, se encuentran entre las mejores evidencias de impacto social en educación. Precisamente en ese ámbito, el educativo, es en el que Altamira más se desvivió por mejorar la vida de sus conciudadanos en Asturias a través de la pionera y celebrada Extensión Universitaria en Oviedo, y la vida de todo un país como figura clave en la Institución Libre de Enseñanza y como director de la Dirección General de Primera Enseñanza.
No pocas veces, Ramón Flecha, creador de las tertulias dialógicas en los 80 en la Verneda Sant Martí y máximo referente internacional del aprendizaje dialógico y de las actuaciones educativas de éxito, ha señalado cómo en su búsqueda –allá por los años 70– de caminos para la educación de adultos en entornos vulnerables había encontrado una separata de Rafael Altamira donde daba cuenta de una experiencia dirigida a la alfabetización de los obreros y la divulgación entre ellos de la más alta cultura. En esa separata de 1904, “Lecturas para obreros”, que Flecha señala como fuente de inspiración para las tertulias literarias dialógicas que pondría en práctica por primera vez en el barrio de la Verneda, Altamira hablaba de distintas actividades para formar a la clase trabajadora asturiana que no tenía acceso a una mínima instrucción. A través de los “grupos de lecturas”, Altamira llevó a los obreros asturianos las mejores obras de la literatura española (Calderón, Cervantes, Lope de Vega) a través de una actividad que él mismo atestigua que era la que los obreros recibían «con mayor interés… las lecturas de obras maestras, científicas y literarias… […] Hemos observado que las más altas obras literarias han sido comprendidas en lo fundamental; y es que no existe ningún espíritu cerrado totalmente a la verdad y a la belleza; solo hay diferentes maneras de interpretarlas.»
Rafael Altamira sigue vigente por ser capaz de ir a hombros de gigantes para la mejora social (de Jovellanos, por ejemplo) y de convertirse en uno de aquellos gigantes desinteresados que ofrecieron sus hombros para esa mejora social de su tiempo y de los tiempos futuros. Toda la ciencia camina y progresa “a hombros de gigantes” para mejorar la vida de la gente, también en ciencias sociales, también en educación. Y aunque la obra monumental de regeneración que Altamira quiso llevar a cabo a finales del siglo XIX y principios del XX no pudo fraguarse por la ilegalidad de un golpe de estado sangriento, por la violencia y la falta de diálogo, sus ideas siguen de actualidad, sí, pero también vigentes y generando mejoras en cada vez más comunidades educativas en todo el mundo a través de la mejor evidencia de impacto social, de las tertulias dialógicas que tuvieron un primer sueño de transformación en ese “grupo de lecturas” para todos y todas, del máximo nivel y en diálogo no excluyente con todas las personas.
Profesor de enseñanza secundaria. Catedrático de Lengua castellana y literatura. Miembro fundador de Asturias AEBE.