Los abusos a menores suceden porque hay abusadores, pero también porque la mayoría de las personas de sus entornos no se atreven a dar el apoyo que necesitan debido a las muy crueles calumnias que reciben las víctimas que se atreven a hablar y las personas que las apoyan. Esta cuestión, entre otras cosas, es también un tema de número. El criterio internacional está muy claro: bystander intervention, que quienes ahora miran para otro lado actúen. Solo así, las personas científicas en este tema, las profesionales, las instituciones, las entidades, la sociedad en general pueden avanzar hacia los objetivos de erradicación de los abusos.
El apoyo es imprescindible en el entorno presencial, pero también en las redes sociales, donde desde cuentas anónimas lanzan calumnias para revictimizar a las víctimas y hacer violencia aisladora contra quienes más las apoyamos. A veces, las difunden otras cuentas y escritos. Llevo desde la adolescencia apoyando en todo a las víctimas que me lo piden y cada vez hay más personas que también lo hacen. Ese todavía pequeño número se puede ampliar mucho en las redes, con quienes no se atreven a dar ese apoyo tan directo pero sí pueden, por ejemplo en las redes, seguir y difundir las cuentas y mensajes de las víctimas y de quienes las apoyamos, y dejar de seguir las cuentas de los agresores.
Somos cada vez más quienes damos ejemplo no haciendo caso de las calumnias que recibimos y sí apoyando totalmente a cada víctima y frenando también con decisión a los agresores, sin nunca alterarnos, pero sin dedicarles la sonrisa de complicidad que intentan lograr con su amenaza de atacarnos.