Acabar con la violencia de género aisladora (isolating gender-based violence) es clave para superar la violencia de género
Hace unos días se celebraba el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y la mayoría de escuelas e institutos se sumaron de una forma u otra a la celebración. Es lógico, ya que la educación tiene un papel clave en la transmisión de valores que logren un mundo mejor para todas las personas, en este caso en concreto, para las mujeres.
Sin embargo, aunque tener la intención de mejorar el mundo y la vida de las personas es el primer paso, no es suficiente si no va de la mano de las evidencias científicas que son las que nos dan las soluciones para resolver los problemas más difíciles a los que se enfrenta la humanidad.
Un elemento que es importante conocer es que la violencia de género no ocurre solo en la pareja o expareja (esto ya hace tiempo que se ha demostrado). Es importante saberlo porque, si no, podemos pensar que en los centros educativos no se puede dar este tipo de violencia. Una vez sabemos que en nuestras escuelas e institutos existe la violencia de género, el siguiente paso es saber cómo reducirla y eliminarla.
Por suerte, la ciencia avanza en estos temas y nos marca el camino indicándonos que no podremos superar la violencia de género si no abordamos la violencia de género aisladora. Se nos presenta un nuevo término que es muy sencillo de comprender, porque cuando lo conoces, suelen venir muchos ejemplos de situaciones que hemos podido vivir en diversos contextos.
La violencia de género aisladora es el conjunto de ataques o represalias que se tiene hacia las personas que defienden a las víctimas de violencia de género, con el objetivo de que nadie las defienda y de esta manera, seguir aislando a las víctimas (lo cual las deja vulnerables).
Pongamos un ejemplo: un chico se ríe de una chica por cómo va vestida, se burla de ella cada día porque no se ha enrollado con nadie y la deja mal delante de los demás. Un compañero de la chica se pone a su lado y le dice al agresor que la deje en paz. Después habla con los demás para animarles a que la defiendan y se lo cuenta a un adulto en búsqueda de ayuda. Al día siguiente, nota que nadie se acerca a él y se ríen cuando pasa cerca de los compañeros. Esta reacción viene dada porque el agresor comenzó a lanzar ataques contra el chico que defendió (le llamó chivato, arrastrado, pringado…) para dejar claro que quien defiende a una víctima acaba peor. Este tipo de violencia rompe las redes de apoyo que necesitan las víctimas, porque los y las testigos piensan que defender les traerá consecuencias negativas.
A continuación se muestran las claves, basadas en las evidencias científicas disponibles, para abordar la violencia de género aisladora en los centros educativos y así reducir y eliminar la violencia de género:
- Para que los y las testigos actúen sin miedo a ser atacados se hace necesaria la protección. Esto implica crear una cultura escolar que proteja a quien defiende.
- Enseñar al alumnado cómo crear escudos de protección a las víctimas y a quienes las defienden.
- Valorar socialmente a través del lenguaje del deseo (incluyendo las voces de los iguales) a las personas que rompen el silencio y cuentan una situación que han visto o conocen, o que intervienen directamente defendiendo a las víctimas.
- Implementar programas que promueven la intervención de los y las testigos de forma segura, como el modelo dialógico o el club de valientes violencia cero.
- Acercar las evidencias científicas al alumnado a través de las tertulias feministas dialógicas para abrir espacios de diálogo seguros y transformadores sobre estos temas.
- Crear espacios de formación dialógica de familiares y profesorado en los que puedan tener debates científicos sobre la violencia de género aisladora.
Ahora, ya podemos unir el sueño de superar la violencia de género con la información necesaria y rigurosa sobre cómo hacerlo realidad. Podemos compartir estas evidencias y extenderlas a nuestras comunidades educativas para ser cada vez más personas las que tengamos en nuestras manos la llave para acabar lo antes posible con la violencia de género.