Un reciente estudio examina cómo tres variables influyen en las intenciones de intervención de los espectadores o testigos (bystanders) en situaciones de agresión sexual. Estas tres variables que han estudiado son la interiorización de mitos sobre la violación, las variables de personalidad y las creencias en un mundo justo. 

El estudio se llevó a cabo con una muestra de 139 estudiantes de una universidad norteamericana de tamaño medio, con una edad promedio de 18,7 años y con diversidad de género y de identidad racial (incluía personas blancas, asiáticas, de islas del Pacífico, afroamericanos, latinos, nativos americanos y otros). Las personas participantes leyeron escenarios y respondieron preguntas sobre sus intenciones de intervención. Presentamos a continuación los resultados más significativos.

La hipótesis que fue confirmada de manera significativa postulaba que las creencias optimistas sobre la benevolencia del mundo y la capacidad de controlar el entorno estarían positivamente relacionadas con la intención de intervenir. Así, los resultados mostraron que las personas con creencias más positivas sobre el mundo y la humanidad eran más propensas a intervenir. Esto apoya modelos de intervención que consideran que las normas sociales y las expectativas influyen en el comportamiento. Las creencias de que el mundo es justo y controlable fueron predictores significativos de la intención de intervenir.

Estos hallazgos sugieren que los programas de intervención de observadores pasivos deberían enfocarse en cambiar las creencias sobre el mundo. En este sentido, promover conversaciones en las que se destaca y se pone en valor la solidaridad y bondad de personas puede ser muy importante. Por ejemplo, llevando la intención de intervenir a la crisis por la DANA, podemos centrarnos en las cosas que van mal, en los errores de gestión, o en los cobardes que aprovechan para robar. Pero eso no lleva a aumentar las ganas de actuar e intervenir. Sin embargo, si ponemos el foco en las acciones de solidaridad, amistad y amor de cientos de miles de personas, eso probablemente nos llene el corazón para sumarnos y hacer más y más por mejorar las situaciones injustas. 

El optimismo es inteligente, y se puede practicar con la mejor herramienta que tenemos los humanos: el diálogo basado en los mejores sentimientos. A partir de ahí, será solo cuestión de aprender los mecanismos más efectivos para intervenir, ya sea ante una situación de acoso, o ante una catástrofe natural. Como se dijeron dos científicos que mejoraron muchas vidas, «tú y yo somos buenos, pero juntos somos maravillosos».

[Imagen: foto de Engin Akyurt en Pexels]
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Por Guillermo Legorburo

Doctor por la Universitat Rovira i Virgili con una tesis sobre upstanders desde las masculinidades y la educación para erradicar la violencia de género. Graduado en Magisterio de Educación Primaria.