Estos primeros días del curso muchas familias y sus hijos e hijas se preparan para iniciar una nueva e ilusionante aventura: ¡comenzar el cole! En los centros educativos, educadoras y educadores tomamos importantes decisiones para asegurar el bienestar de los niños y niñas, acogerles con calidad y propiciar que se adapten a un nuevo entorno, nuevas personas, nuevos ritmos y rutinas.

Favorecer que este periodo de acogida o adaptación esté libre de bulos para ofrecer el bienestar y la seguridad que deseamos para el alumnado es imprescindible. El antídoto es siempre conocer, dialogar y llevar a la práctica aquello que nos muestran las evidencias científicas de impacto social.

La ciencia ya tiene claro que las relaciones entre personas adultas e infancia, las interacciones que se producen, así como las experiencias tempranas y las exposiciones ambientales, son elementos esenciales que influyen en el bienestar infantil. Este aspecto es clave para el diseño de un periodo de acogida y nos ilumina el camino para ir dando pasos firmes, informados y acordes con las evidencias científicas. Sabemos que para proporcionar bienestar y seguridad a la infancia debemos asegurar contextos educativos libres de violencia. Por ello hay que asegurar la violencia cero desde los cero años:

  • No trivializar la violencia, no es algo de niños o niñas, no es algo normal a estas edades ni aceptable, sino que debemos dejar claro que no toleraremos ningún tipo de violencia y estaremos atentos para frenarla.
  • No justificar la violencia. Tenemos dos caminos, la violencia o el diálogo, y esa elección está presente desde las primeras edades. No debemos dar mensajes confusos como «te ha agredido porque está cansado… echa de menos a su familia… no sabe hablar… quiere jugar contigo… es pequeña…» etc. Debemos tener en cuenta que los niños y niñas van conformando su imaginario sobre qué actitudes son permitidas y cuáles no, así como a qué personas se les permite. Si justificamos agresiones pueden asumir que es normal que alguien les agreda si esta persona está enfada, cansada, quiere jugar, es pequeña… o incluyo que se lo merecen.
  • Apoyar a las personas valientes que rompan el silencio. La valentía de quien nos informa de un acto violento, sea la víctima o un testigo, es muy valiosa. El profesorado no tenemos ojos en todas las partes y muchas veces sabemos que las agresiones no ocurren delante de los adultos sino cuando no estamos presentes. Dar mucho valor e importancia a estas personas valientes ante los demás, con frases como «si no hubiera sido por ti… eres muy valiente… X ha sido supervaliente, ha venido rápidamente a avisar para salvar a Y…», y reaccionar contundentemente ante lo que nos cuentan, poniendo freno y protegiendo a la victima y a quien la protege, ayudará a que haya muchas personas velando por que tengamos un lugar seguro para aprender y convivir.
  • Favorecer la amistad y las relaciones bonitas entre el alumnado. He leído una frase en el libro La buena vida: «No se pueden hacer viejos amigos». En estas primeras edades podemos generar nuestras futuras viejas amistades, que quizá nos salvarán la vida una y mil veces durante nuestra existencia. Enseñar que amigos y amigas son quienes siempre nos tratan bien, nos hacen mejores personas, nos ayudan, nos enseñan… y que estas cualidades nos harán también mejores amigos y amigas, es ir “acostumbrando” a las niñas y niños a que les guste que les traten bien para que en su vida siempre busquen y elijan esto y no quieran otra cosa.

Todos estos aspectos son esenciales para diseñar un periodo de acogida donde los niños y niñas se sientan seguros. La Comisión Europea publicó el informe Logrando el bienestar de todas y todos los estudiantes: contextos educativos libres de violencia, que clarifica los programas y acciones de las que hay evidencias científicas disponibles que demuestran que logran superar esa violencia y generar entornos en los que los niños y las niñas pueden tener ese bienestar y seguridad que educadoras y educadores buscamos para organizar nuestros periodos de adaptación. Conocer y dialogar a través de la formación dialógica del profesorado acerca de cómo implementar estos programas (como el club de valientes violencia cero y el modelo dialógico de prevención y resolución de conflictos) en nuestras aulas y centros es una forma profundamente transformadora de diseñar periodos de acogida que respondan a lo que nos preocupa a educadoras, educadores y familias: que nuestros niños y niñas estén seguros, aprendan y sean libres en un entorno que vela por su bienestar.

Que una niña o niño llegue a un aula por primera vez y tenga la certeza de que las personas adultas serán “amarraderos seguros” que no tolerarán ningún tipo de violencia, que siempre se posicionarán con las víctimas y que la bondad y la valentía son dos cualidades que despiertan su admiración, pasión y deseo… Esa certeza será la mejor bienvenida. Que una familia que lleva por primera vez a su hijo o hija al aula sea informada de que se llevan a cabo actuaciones educativas de éxito que realmente están reportando evidencias de mejora en la educación de los niños y niñas será la mejor forma de tranquilizar sus incertidumbres.

[Imagen: Pixabay]
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Maestra de educación infantil y primaria. Máster en necesidades educativas y atención temprana