Afirmar que la inteligencia es una cualidad fija en el tiempo, y que además depende únicamente de la genética, es un neuroedumito que repercute negativamente a nivel educativo, social y académico.
Este bulo está muy extendido y permanece presente, por ejemplo, en las adaptaciones curriculares que, en numerosas ocasiones, se derivan de los tests de inteligencia por creer que estos son los que determinan aquello que el alumnado puede alcanzar en función de “sus capacidades intelectuales” y partiendo del nivel obtenido. Estas perspectivas constructivistas, subyacentes en el “aprendizaje significativo”, obstaculizan las posibilidades que el contexto social e intelectual puede ofrecer para llegar a los máximos aprendizajes.
La memoria de trabajo, la atención, la percepción, la resolución de problemas, el lenguaje verbal y no verbal… son capacidades que se cualifican y cuantifican en los tests de inteligencia. Dichas capacidades son necesarias para el aprendizaje; no obstante, es muy importante tener presente que los tests que designan el CI (cociente intelectual) de una persona no tienen en consideración aquello que esa persona puede realizar con la ayuda de las demás personas. Por tanto, no es coherente la tendencia a reducir aprendizajes y reproducir desigualdades a través de las ACIS (adaptaciones curriculares individuales significativas) dentro de los contextos educativos con el fin de conseguir una supuesta mejora a nivel individual. En este sentido se coartan las oportunidades de los y las estudiantes con dificultades de aprendizaje, entorpeciendo así los progresos que posibilita la plasticidad cerebral. Vygotsky ya demostró esta idea que hoy en día ha corroborado la neurociencia: él afirmaba que la estimulación y el aprendizaje producen desarrollo cognitivo, y no al revés.
Por tanto, si queremos estimular la inteligencia de todo el alumnado, debemos atender a las investigaciones, las cuales apuntan que, para aprender nuevos conocimientos y habilidades, el alumnado se debe enfrentar a retos cognitivos que requieran esfuerzo y que impliquen niveles superiores de los que ya poseen. Cabe remarcar en esta línea que el desarrollo del lenguaje y la participación de todas las voces en las aulas juegan un papel fundamental en el logro de la igualdad de resultados sin exclusión.
Como conclusión, cabe señalar dos claves a tener en cuenta para prosperar en el ámbito social e intelectual sin limitaciones:
- Promover una perspectiva comunicativa y dialógica basada en la aceleración de los aprendizajes, precisamente de quienes más lo necesitan.
- Programar actuaciones favorables para el desarrollo como el andamiaje, las interacciones de calidad y las altas expectativas.