¿Cuántas veces habremos visto alumnado con dificultades leves en clase? De lectura, de escritura o de cálculo… La sensación de las maestras y maestros es de incertidumbre sobre cuáles son las acciones que permiten atajar estas situaciones, para ayudar al alumnado a superar estas dificultades. El caso es que resulta importante la detección temprana y la puesta en marcha de actuaciones específicas relacionadas con las dificultades y actuaciones que se dirijan hacia la inclusión real de todo el alumnado, en las que los mecanismos de solidaridad y de altas expectativas deben ser fundamentales.
La discalculia o la dificultad específica de cálculo se refiere a las bajas destrezas, de origen hereditario, que entre un 5 y un 10% de la población tiene en numeración, aritmética, cálculo y conceptos matemáticos. Entre un 5 y un 10% es un porcentaje alto que no cuadra con la cantidad de detecciones y diagnósticos que se dan en los centros educativos, pero sí podría ajustarse con los porcentajes de alumnado que tiene bajo rendimiento.
En un alto porcentaje, aunque no sea de forma general, la discalculia concurre con la dislexia, siendo dificultades que van por separado pero que tienen ciertas similitudes en los procesos neurológicos que las provocan.
Las dificultades de la discalculia se originan por una disfunción en la zona cerebral que se encarga del aprendizaje de la aritmética, la numeración y la resolución de problemas. Las personas con estas dificultades no ven afectada su inteligencia, únicamente cometen errores en esta materia. Por ello no sirve de nada culpabilizar a este alumnado por los errores que comete, porque necesita ampliar los procesos de comprensión para poder acceder a los conceptos y a la aplicación de los mismos. En ningún caso ello significa que se deban bajar las expectativas, sino todo lo contrario: comprender de dónde vienen las dificultades ayuda a las personas adultas a corregir las interacciones y las actuaciones que se llevan a cabo. Solo necesitan más tiempo, más esfuerzo, comprensión y mucha ayuda de los docentes y de los iguales.
Las consecuencias que tienen estas dificultades se extienden a muchos otros terrenos, no solo al matemático; sobre todo a los aspectos que se relacionan con el rendimiento educativo y las relaciones sociales en la etapa escolar, así como también con el acoso escolar.
Las principales dificultades en el cálculo que aparecen de manera temprana en las personas se reflejan en el hecho de que los números no son comprensibles, de modo que no reconocen intuitivamente el valor de los números y las relaciones existentes entre los mismos:
- el conteo: por ejemplo el conteo automático de puntos (subitización) como sucede con los dados (no contamos siempre los 4 puntos, sabemos que esos puntos representan el número 4).
- la aritmética: que son las características y funciones de los números
- el resto de operaciones y conceptos matemáticos que surgen de la progresión en la combinación de numeraciones.
- la resolución de problemas: necesitan sistematizar todos los pasos que llevan a la comprensión, a la acción en forma de operación y a la solución de un proceso que es tan complejo y lleno de matices que si no se perciben intuitivamente resultan muy complicados, incomprensibles.
Las actuaciones que se deben preparar tienen que ver con la calidad de las interacciones. Por un lado, en relación a mayores esfuerzos de calidad, en los que se promueve el conocimiento de fondo de los conceptos matemáticos, así como a las interacciones entre los iguales que pueden romper con las barreras sociales que conducen al fracaso académico y social de este alumnado y que propician relaciones de amistad y de éxito académico y social, para niños y niñas que en principio lo tienen muy difícil por unas dificultades silenciosas que, si no se detectan a tiempo, pueden tener efectos devastadores.
En nuestras manos está poner la mirada en estos chicos y chicas que tienen dificultades y no sabemos porqué, y estructurar actuaciones e interacciones que les ayuden a ellos y ellas y al resto de alumnado.