El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es el centro de muchos debates en los centros educativos y en muchos hogares. Al mismo tiempo, es un tema que sugiere grandes interrogantes, dudas, incertidumbres y, sobre todo, reparos y temores sobre cuáles son las mejores estrategias para ayudar a los niños y niñas que sufren este trastorno, y cómo combinarlo con la convivencia en las aulas. Se ha convertido en una gran preocupación para el profesorado y para las familias por las consecuencias que tiene a todos los niveles y por el impacto que produce en las aulas y en las relaciones entre el alumnado.
Los y las estudiantes con TDAH suponen alrededor de un 10% de la población, uno o dos alumnos por aula, que experimentan síntomas de inatención, impulsividad e hiperactividad que suelen traducirse en dificultades académicas, problemas de conducta y comportamientos disruptivos. Además, estas actitudes acostumbran a solaparse con otros tipos de dificultades específicas del aprendizaje, por lo que este alumnado es sensible a padecer fracaso escolar.
Por estas razones, las acciones y las estrategias que utilicemos los profesionales y los familiares pueden tener un impacto decisivo en el devenir de los propios niños y niñas con TDAH pero también para sus iguales, para las familias y sus entornos, así como para el propio profesorado. De ahí la importancia de que basemos en la investigación y en las evidencias científicas las actuaciones que dirigimos a mejorar el aprendizaje del alumnado.
La investigación coincide en establecer diferentes claves para contribuir a la superación de las dificultades del alumnado con TDAH. Ya sabemos que las intervenciones que ponen el foco en la gestión y control de las actitudes que están vinculadas a la vertiente académica tienen mejores resultados que otro tipo de enfoques, por lo que resulta ideal trabajar desde las aulas. Es decir, trabajar la convivencia y la autorregulación al mismo tiempo que trabajamos las tareas académicas.
Respecto al uso de la medicación, si bien hay una evidencia clara de sus efectos positivos en el corto plazo, unido a un tratamiento conductual y en el inicio de la intervención, sigue habiendo un fuerte debate en este sentido, por lo cual, teniendo en cuenta las evidencias, deberá ser una decisión exclusiva de cada caso, valorando las opiniones de los facultativos, familias y profesionales, de manera dialógica. Para el profesorado la principal preocupación debe residir en proporcionar los entornos más seguros y las estrategias más válidas que puedan desarrollarse en el aula y ayudar a las familias a crearlo en sus propios hogares y entornos.
Las propuestas que sí se concluyen como favorecedoras de mejoras para el alumnado con TDAH según la investigación se resumen en:
- Desarrollar actuaciones preventivas en las aulas: ambientes seguros, refuerzo positivo, propuesta de acciones para relaciones sociales saludables, trabajo de la amistad y la empatía.
- La importancia de la detección temprana: si detectamos alumnado con este tipo de actitudes podremos poner en marcha planes de acción.
- Foco en la autorregulación de las actitudes y en el trabajo académico, dentro y fuera de la escuela.
- Tres tipos de aproximaciones para el tratamiento: grupal, pequeño grupo e individual.
- Grupal (actuaciones para toda la clase):
- apoyar y premiar socialmente la buena conducta;
- valorar la valentía
- regular la atención: ignorar las llamadas de atención
- consensuar y revisar las normas de clase
- En pequeño grupo:
- actividades de trabajo y apoyo con iguales
- retroalimentación y regulación con compañeros de clase
- organización y planificación de tareas y habilidades
- tareas de lectura compartida
- tareas de matemáticas compartidas
- Individual:
- feedback constante ante conductas y acciones positivas por parte de profesorado, familiares e iguales
- comunicación constante y rápida entre familia y escuela
- economía de fichas: refuerzo positivo sobre actitudes pactadas.
- Grupal (actuaciones para toda la clase):
Si complementamos estas evidencias científicas destacadas para alumnado con TDAH con las evidencias científicas de impacto social de las actuaciones educativas de éxito veremos grandes posibilidades que podemos combinar y llevar a nuestras aulas. Así podremos contribuir a la superación de las dificultades de aprendizaje y de convivencia que el TDAH genera en el alumnado, que merece y tiene como derecho humano beneficiarse de la mejor educación posible.