Expectativas altas para conseguir los mejores resultados para todos y todas. 

Como orientadora educativa me he encontrado en varios centros alumnas y alumnos que son dirigidos directamente hacia itinerarios con bajas expectativas por su situación de vulnerabilidad, ya sea por desconocimiento del idioma o características socioculturales,  sin tener en cuenta las posibilidades de inclusión en el aula. Hay que tener en cuenta que estas expectativas marcan vidas. Recuerdo cómo marcó la vida de una alumna árabe que conocí en un centro. Su sueño siempre había sido ser médica; de hecho, siempre había sido una alumna excelente en su país, pero cuando llegó a España el sistema educativo la encasilló en un programa que le dirigía hacia la Formación Profesional, lo que la alejó mucho de lo que realmente quería hacer. Sin embargo, en centros donde las expectativas son altas para todos y todas, mejoran los resultados académicos de estos alumnos y alumnas, mostrando que es posible conseguir trayectorias exitosas, tanto académicas como sociales, para los colectivos más vulnerables

Este relato no es un caso aislado; años de investigación sobre los efectos de las expectativas de los docentes han proporcionado pruebas claras de que las expectativas por motivo de etnia o clase social existen en las aulas y que pueden influir en gran medida en el rendimiento y logros de los alumnos y alumnas, convirtiéndose en una gran barrera para el aprendizaje. 

¿Qué podemos hacer para combatir estos estereotipos y mejorar las expectativas docentes en los centros? A continuación se describen algunas orientaciones apoyadas por estudios científicos y de las cuales he podido comprobar su eficacia. 

  • Promover una cultura de centro inclusiva, desde una perspectiva dialógica, promoviendo la participación de la comunidad educativa. Si abrimos el centro al diálogo dentro de la comunidad, lograremos mejorar la comunicación entre la familia y la escuela; abriremos espacios de coordinación con agentes sociales del entorno; lograremos ampliar los espacios educativos atendiendo a las necesidades detectadas por la comunidad, entre otras muchas posibilidades. Porque de lo que no hay duda es que “la mejor forma de lograr más recursos para la educación es usar bien los que ya existen”
  • Formación dialógica del profesorado, donde accedan a las evidencias científicas de impacto social. Si el profesorado tiene expectativas mínimas en ciertos colectivos de alumnado, en muchas ocasiones es porque no sabe hacerlo de otra forma. Diversidad de maestras y maestros han cambiado su mirada, transformando su trayectoria personal y profesional, así como sus expectativas, hacia una educación inclusiva basada en evidencias. 
  • Distribuir el aula mediante agrupamientos heterogéneos, donde los alumnos y alumnas, en su diversidad, actúen como mediadores de cultura y aprendizaje.

Desde la Orientación Educativa también se puede lograr mejorar las expectativas, actuando como dinamizadores del cambio hacia esta perspectiva dialógica, partiendo desde nuestra propia concepción de la orientación académica y profesional, eliminando barreras y centrando el foco en las posibilidades. En estos momentos recuerdo una frase que me dijeron a lo largo de mi carrera: “si no crees que el cambio es posible, que la utopía puede alcanzarse, la educación no es tu camino”

[Foto: i-stock]

Por Mireia Barrachina

Orientadora educativa en la Conselleria d'Educació de la Generalitat Valenciana. Profesora asociada en el Departamento de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación de la Universitat de València