Siempre hay personas solidarias capaces de darte lo mejor de ellas sin esperar nada a cambio. Tuve la suerte de coincidir con algunas de ellas en mi primer año como docente.
El curso 2018/2019 supuso un cambio en mi percepción de la educación y de mi vida en general. Descubrí las tertulias dialógicas. Y es que oír hablar con tantas ganas y tanta pasión de la mejor literatura universal me creó una sensación tan placentera que no tuve la más mínima duda. Tenía que ir a una de ellas.
Comencé a asistir a la tertulia pedagógica dialógica “A hombros de gigantes” de Elda, donde probé de primera mano los beneficios de la lectura dialógica. Un par de meses después y por mediación del seminario iniciamos, en enero del 2019, el grupo de Tertulias Literarias Dialógicas de Elda-Petrer. En este grupo compartimos las mejores obras de la literatura universal con la mayor diversidad de personas posible en un ambiente donde se garantizan los principios del aprendizaje dialógico.
Las sesiones tenían (y tienen) lugar una vez al mes. Comenzamos en el salón de actos de un colegio público de la localidad leyendo “Las mil y una noches”. Cuando comenzaba la reunión siempre tenía la sensación de estar haciendo algo importante, algo que iba a marcar un antes y un después en mi vida. Y así era. En ese tiempo se dialogó sobre religión, amistad, valentía, amor… Todos y todas salíamos mejores de lo que habíamos entrado, nos transformamos.
En nuestro segundo año tuvimos un gran imprevisto. Era marzo de 2020 y se declaró la pandemia por Covid-19. Este fue un punto de inflexión, donde transformamos las dificultades en posibilidades y las sesiones, que hasta el momento habían sido presenciales, las tuvimos que hacer online. Mientras leíamos “Cien años de soledad” nos hacíamos compañía en los días de cuarentena. La lectura nos acompañó día tras día, por lo que la influencia del grupo de tertulias se expandía antes, durante y después de cada sesión, pues fue imprescindible tener un espacio de diálogo, socialización y aprendizaje en aquellos días inciertos. Aún sin poder volver a la normalidad leímos “La peste”, donde las interacciones que teníamos eran de total actualidad, viviendo y sintiendo en cada una de las sesiones que las máximas preocupaciones de las personas son las mismas en una pandemia u otra.
Desde ese momento las sesiones se han seguido realizando de forma online, ya que así lo decidió el grupo mediante el diálogo y los argumentos. Este formato permite que las tertulias lleguen a más diversidad de personas, enriqueciendo el grupo con más interacciones diferentes y de otras áreas geográficas.
Actualmente escogemos un libro base para cada ciclo anual de tertulias, como “Las olas” o, el que estamos leyendo actualmente, “Frankenstein”. Además, ampliamos los espacios de diálogo con tertulias abiertas, donde cualquier persona interesada puede participar sin compromiso, conocer el grupo y ampliar su cadena de diálogos.
El miércoles pasado tuvimos una sesión donde más de 20 personas de diferentes territorios de España y México dialogamos conjuntamente sobre “Lady Susan”, de Jane Austen. Fue maravilloso poder escuchar a personas con trayectorias tan diferentes hablar sobre la incompatibilidad del amor y la violencia de género, o de las desigualdades de la mujeres en el siglo XIX y en la actualidad; también, de la necesidad de tener altas expectativas hacia el alumnado de la escuela, hacia nosotros y nosotras mismas y hacia las demás personas, para cumplir nuestros sueños y ayudar a las demás a que cumplan los suyos.
Este grupo no sería nada sin la participación de las personas que lo hacen posible. Poder coordinar junto con otros compañeros este espacio es un honor difícil de superar, pues conocer y poder participar en este grupo de tertulias, actuación considerada de máximo nivel internacional, me hace mantener cada día más viva la ilusión y la esperanza por poner mi granito de arena para hacer de este mundo un lugar mejor.
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