Desde las primeras edades, a través de los contextos cotidianos, las personas adultas suelen motivar a las niñas y niños a establecer relaciones con los conceptos matemáticos: contar cantidades, compararlas, repartirlas, repetirlas, leer el código numérico, etc. Son aspectos cultural y socialmente promovidos, en gran parte, porque las matemáticas tienen una clara utilidad a nivel profesional, social, económico e intelectual y, además, son materia esencial en toda la trayectoria académica formal. En concreto, el aprendizaje de la aritmética (capacidad de sumar, restar, multiplicar y dividir números enteros simbólicos) es el componente esencial del plan de estudios de matemáticas en la educación primaria.

Importantes investigaciones han hallado, mediante estudios por neuroimagen, que las tareas numéricas y de cálculo provocan respuestas relevantes en la actividad cerebral, ya que dichas tareas están conducidas por procesos cognitivos complejos, como la atención y la memoria de trabajo, la cual es activada por las funciones ejecutivas. Por tanto, es clave para el profesorado discernir los niveles de complejidad que conllevan las distintas actividades, para poder predecir e interpretar las destrezas matemáticas del alumnado.

Asimismo, cabe hacer especial hincapié en promover la motivación, ya que influye directamente en el autocontrol, sobre todo, en los aprendizajes más difíciles; tener una firme motivación intrínseca y aspiraciones afectivas hacia el logro de retos cognitivos matemáticos sustenta el esfuerzo en la atención y el procesamiento complejo. Igualmente, no podemos perder de vista los factores que pueden propiciar la ansiedad matemática, ya que también repercute de manera decisiva en el rendimiento del alumnado.

En este marco, cobra gran importancia el desarrollo aritmético, fundamentado en la combinación de diversas estrategias que se consolidan en la memoria a largo plazo a partir de un entrenamiento rutinario basado en: 

  • El conteo: contar mentalmente, sin ayudas externas y de manera ágil.
  • Las propiedades de las operaciones aritméticas: sistematizar las relaciones entre ellas.
  • Las tablas aritméticas de descomposición de números: descomponer según el sistema decimal para operar.
  • El procesamiento de magnitudes numéricas simbólicas: estimar, medir, calcular, aproximar…

Estas estrategias ayudan a desarrollar asociaciones entre problemas matemáticos y sus respuestas y entre las operaciones aritméticas y la descomposición numérica. Para adquirirlas, se requieren habilidades cognitivas de dominio general, como: la memoria de trabajo, funciones ejecutivas, control de interferencias, procesamiento fonológico y recuperación de memoria a largo plazo. Si todo ello se lleva a cabo a través de interacciones de calidad entre iguales y con altas expectativas, en entornos dialógicos de aprendizaje, aumentan de manera considerable las circunstancias para que prospere el aprendizaje de las matemáticas. 

[Imagen: Freepik]
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Por Isabel Bixquert

Maestra de primaria. Participante de la tertulia pedagógica dialógica "A Muscles de Gegants"