En las actuales sociedades dialógicas, la inclusión de calidad marca el horizonte hacia la educación de máximos niveles de aprendizaje y de cohesión social. Por tanto, no podemos obviar las condiciones sociológicas, pedagógicas, psicológicas y comunicativas que fundamentan los contextos idóneos para promover el desarrollo intelectual y social para todas las personas sin exclusión.
En este sentido, es determinante gestionar las dinámicas del aula en los centros educativos, desde la perspectiva dialógica; promoviendo los actos comunicativos dialógicos, haciendo hincapié en el aprendizaje instrumental de todas las niñas y niños y prestando especial atención a la igualdad en las diferencias. El alumnado con necesidades educativas especiales evoluciona intelectual y socialmente en los entornos de aprendizaje interactivos con los y las demás estudiantes sin dificultades, ya que se entablan diálogos intersubjetivos con el propósito de construir y consolidar conocimiento a través de la reflexión, la argumentación y el pensamiento. En definitiva, desarrollando el lenguaje en altos niveles de expresión y razonamiento y aprendiendo a pensar en función del contexto social y la materia dada.
Un ejemplo concreto de cómo poder hacerlo sería la implementación de grupos interactivos para elaborar, colectivamente y en diálogo, textos expositivos o argumentativos sobre temas estudiados en clase en las áreas instrumentales o sobre artículos científicos trabajados en tertulias por los y las estudiantes. En este tipo de actividades se tienen que seguir las estructuras lingüísticas y comunicativas establecidas previamente por el profesorado; el alumnado en un primer momento puede realizar lectura dialógica conjunta del tema seleccionado y posteriormente ponerse de acuerdo para:
- escoger el vocabulario adecuado en función del contexto de aprendizaje;
- organizar las ideas comprendidas y relacionarlas;
- utilizar conectores para dar coherencia al texto;
- colocar signos de puntuación para dar cohesión al mismo;
- usar las normas ortográficas que conoce;
- emplear recursos literarios de expresión escrita;
- poner ejemplos relacionados con el tema;
- revisar el trabajo en grupo;
- compartir en voz alta el resultado final del trabajo;
- etcétera.
De esta forma dialógica todos y todas, sin excepción, serían capaces de realizar esta actividad.
En otros momentos, la función de la codocencia y el refuerzo de las personas adultas en el aula son claves para guiar y asegurar, a través de un lenguaje rico y reflexivo, que se den los pasos necesarios para que todo el alumnado, especialmente aquel con más dificultades, acceda al conocimiento y al desarrollo de las habilidades requeridas para evolucionar acorde a las altas expectativas. Este clima de aprendizaje se da gracias al diálogo igualitario, el cual facilita interacciones respetuosas, solidarias y llenas de sentido, donde cada persona tiene la oportunidad de formar parte del proceso de aprendizaje a nivel individual y colectivo en un espacio seguro, sin coacciones ni relaciones de poder.
Como bien constatan las evidencias, el alumnado con necesidades educativas especiales tiene un riesgo alto de sufrir bullying; por lo tanto, los y las responsables de la educación no podemos dejar al azar la socialización del grupo de iguales, así como tampoco podemos perder de vista el currículum de máximos niveles de aprendizaje para que todo el alumnado, en su diversidad, pueda acceder a una educación de calidad y, por consiguiente, inclusiva.
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