Mientras cada vez hay más movilización en contra de los prejuicios con que el sexismo y el racismo han perjudicado a la ciencia y a los Derechos Humanos, las personas con prejuicios edadistas se sienten muy empoderadas desde el inicio de la pandemia y están planteando cuestiones que dentro de poco tiempo intentarán negar que las han dicho. Un profesor de economía propuso en la televisión que las personas mayores de Japón se suicidaran, como única forma de solucionar los problemas económicos. Más tarde se ha justificado diciendo que su propuesta no era literal sino una metáfora para pedir que las personas mayores dejaran sus puestos de liderazgo en los negocios y en la política.
Esa línea de pensamiento ha creado escuela en las redes sociales entre personas con fuertes prejuicios edadistas y muy ignorantes. Alguien ha propuesto en España que las personas de ciencia mayores de 67 años dejen su puesto a quienes son más jóvenes, como él, sin tener en cuenta que eso supone dejar fuera a quien en su especialidad tiene 125 veces más citas que él e incluso a la principal investigadora que ha inventado las vacunas que han salvado nuestras vidas. Sexismo, racismo y edadismo perjudican seriamente a la ciencia y a todos los Derechos Humanos, incluido el 27 que establece precisamente el derecho de todo ser humano a participar en el progreso científico.
Por supuesto, la mayoría de personas jóvenes son mucho más inteligentes y saben que no solo la sociedad y la ciencia, sino también sus oportunidades profesionales, se verían muy mermadas si no siguieran trabajando intensamente personas de ciencia como las dos anteriormente mencionadas. También saben que quienes continúan trabajando hacen un gran servicio a la sociedad tanto si lo hacen gratuitamente como con contratos remunerados que a través de sus impuestos mejoran los recursos públicos que se dedican, entre otras cosas, a la educación y a la sanidad.
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Profesora de la Universidad de Granada. Miembro de la Red MeToo Universidad.