Décadas después de que Dolores Durkin pusiera sobre la mesa la falta de enseñanza explícita de la comprensión lectora, nuevas investigaciones advierten de que el problema sigue vigente, también en el contexto español.
Desde que en 1978 la investigadora estadounidense Dolores Durkin revelara que menos del 1% del tiempo en las aulas se dedicaba a enseñar a comprender lo que se leía, la preocupación por la comprensión lectora ha estado presente en los discursos educativos. Sin embargo, un reciente estudio internacional, publicado en la revista Scientific Studies of Reading y liderado por el profesor Phil Capin, de la Universidad de Harvard, constata que los avances en la investigación no se han traducido todavía en una práctica docente generalizada.
El equipo de Capin ha revisado 66 estudios observacionales realizados entre 1980 y 2023, centrados en la enseñanza de la comprensión lectora en centros de educación primaria y secundaria. Aunque se ha incrementado ligeramente el tiempo destinado a esta competencia, la media sigue siendo baja: apenas un 23% del tiempo de lengua y literatura se dedica a enseñar estrategias de comprensión. Este dato resulta especialmente relevante si lo trasladamos al contexto español, donde las evaluaciones internacionales como PISA o PIRLS siguen alertando sobre las dificultades del alumnado para realizar inferencias, identificar ideas principales o integrar información de diferentes partes de un texto. A pesar de que la comprensión lectora es una competencia clave dentro del currículo de la LOMLOE, y un eje transversal para todas las áreas, su enseñanza explícita sigue sin consolidarse.
El informe señala que las prácticas más comunes en las aulas continúan siendo las mismas que Durkin observó hace casi medio siglo: tras leer un texto, el profesorado plantea preguntas cerradas para comprobar si el alumnado ha entendido ciertos datos, pero sin enseñar cómo se construye ese entendimiento. La interacción con el texto suele ser superficial y dirigida, y apenas se promueven espacios de discusión, reflexión o construcción conjunta del significado.
Ante este panorama, el estudio propone una serie de prácticas basadas en la evidencia científica que pueden marcar la diferencia:
- Instrucción explícita del vocabulario, que implique presentar nuevas palabras en diferentes contextos y dar oportunidades para usarlas en actividades de lectura, escritura y expresión oral.
- Vincular la lectura con lo que el estudiante ya sabe del mundo, especialmente a través de materias como ciencias sociales o ciencias naturales, que pueden convertirse en aliadas estratégicas para favorecer una comprensión más profunda y establecer conexiones con los conocimientos que ya se tienen.
- Aprendizaje colaborativo basado en textos de calidad, organizando al alumnado en pequeños grupos para debatir, argumentar e intercambiar ideas, lo que multiplica las oportunidades de participación y de pensamiento crítico. Las tertulias dialógicas son la mejor herramienta para llevar a cabo este aprendizaje, pues partimos de un texto con una calidad evidenciada sobre el cual se generan interacciones dialógicas.
- Debates de calidad sobre textos complejos, promoviendo tanto preguntas literales como inferenciales, y ayudando al alumnado a crear argumentos de validez para sostener sus interpretaciones.
- Uso guiado de estrategias de comprensión, como formular hipótesis, resumir o hacer preguntas durante la lectura. Se trata de fomentar las interacciones de calidad para generar mejores aprendizajes, lo que favorece a todos y a todas, pero muy especialmente al alumnado con mayores dificultades lectoras.
El estudio también subraya la necesidad de que la comprensión lectora esté presente en todo el horario escolar y en todas las materias, una idea que se alinea con la LOMLOE y los enfoques competenciales que promueve. Leer no es solo una habilidad asociada a la lengua, sino la base del aprendizaje en matemáticas, ciencias o historia.
Uno de los grandes obstáculos que señala el informe es la formación inicial y continua del profesorado. Muchos docentes, tanto en España como en otros contextos, no han recibido una preparación específica sobre las evidencias con respecto a cómo mejorar la comprensión lectora. Por ello es necesario que el profesorado tenga acceso a todas estas evidencias a través de lecturas o seminarios de formación continua.
Enseñar a leer no puede limitarse a enseñar a decodificar. Comprender lo que se lee es una competencia fundamental para formar personas críticas, capaces de aprender de manera autónoma y de participar activamente en la sociedad. La evidencia científica ya ha señalado el camino. Ahora nos toca a todos —administraciones, centros educativos y profesorado— recorrerlo juntos.
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Profesora en educación secundaria