El liderazgo es fundamental en todos los ámbitos de la vida, también en el contexto educativo. Los líderes educativos deben perseguir el desarrollo integral de todo su alumnado, coordinar el funcionamiento de las escuelas y ser inspiración para que tanto el profesorado como el alumnado alcance todo su potencial, teniendo altas expectativas con todos y cada uno de los miembros de la comunidad educativa.
Un líder autoritario toma las decisiones y da órdenes al resto de trabajadores sobre lo que deben o no deben hacer. Por lo tanto, estos líderes también ostentan la responsabilidad máxima del resultado de sus acciones. Las personas que están por debajo no participan de la toma de decisiones y, aunque se les puede consultar, sus aportaciones no se tienen en cuenta necesariamente. Este hecho tiene consecuencias devastadoras a corto y largo plazo, ya que se genera una falta de motivación y de pérdida de sentido en la plantilla, e incluso pueden llegar a provocar el síndrome del trabajador quemado, lo que indiscutiblemente afecta al centro educativo en general y al alumnado en particular.
Esta forma de liderar tan antigua, pero a la vez tan de actualidad, está completamente confrontada con el liderazgo dialógico, que…
«…se define como el proceso mediante el cual se crean, desarrollan y consolidan las prácticas de liderazgo de todos los miembros de la comunidad educativa, incluyendo al profesorado, alumnado, familiares, voluntarios y otros miembros de la comunidad educativa» (Padrós & Flecha, 2014)
Esta forma de liderazgo empodera al profesorado, que promueve, a través del diálogo igualitario, que otros liderazgos vayan surgiendo entre familiares y alumnado. Esto se plasma, por ejemplo, en las comisiones mixtas de las comunidades de aprendizaje, y es de esta forma como las escuelas se van transformando.
La perspectiva del liderazgo dialógico coincide con la visión de Marshall Ganz (John F. Kennedy School of Government, Harvard), que está considerado uno de los principales artífices de la campaña que llevó a Barak Obama a la presidencia de los Estados Unidos. Ganz define el liderazgo como la capacidad de «facilitar a otros que consigan sus propósitos frente a la incertidumbre».
Con este tipo de liderazgo, el profesorado se siente más ilusionado, más capaz y más valioso. Hay una creación de sentido que se plasma en un sentimiento de pertenencia hacia el proyecto educativo. Los familiares también se saben importantes para el proyecto y, como las ideas de todos y todas son valoradas, las mejoras que antes parecían inalcanzables comienzan a materializarse. Los sueños se hacen cada vez más reales y alcanzables.
Desde mi experiencia personal, el liderazgo dialógico ha sido un motor de crecimiento. Me ha permitido participar en congresos, escribir y enfrentar retos intelectuales que antes consideraba inalcanzables. Todo ello gracias a líderes que, a través del diálogo y la ciencia, me ayudaron a creer que, con esfuerzo, ciencia e ilusión, los sueños pueden hacerse realidad.
[Imagen: Freepik]
Profesora en educación secundaria