Continuamos escuchando en las escuelas diferentes propuestas que implican agrupar al alumnado de manera homogénea, por niveles, por desconocimiento del idioma, por necesidades educativas especiales… segregando y perpetuando prácticas muy perjudiciales que llevamos tiempo arrastrando por teorías pseudocientíficas como la de Ausubel.
Siguiendo el PROYECTO INCLUD-ED, que analizó las estrategias que contribuyen a superar las desigualdades, este tipo de agrupamientos homogéneos «no mejoran, sino que incluso empeoran el rendimiento general del alumnado con menor nivel de aprendizaje. Los grupos más vulnerables son los más perjudicados por el agrupamiento homogéneo, tanto en lo que se refiere a sus oportunidades de aprendizaje como a las relaciones entre grupos». Estas prácticas generan fracaso escolar.
Por todo esto, debemos basarnos en las evidencias científicas de impacto social (ECIS), resaltando aquí el artículo de la revista Frontiers How Inclusive Interactive Learning Environments Benefit Students Without Special Needs. La organización en grupos heterogéneos no solo beneficia al alumnado que tiene más dificultades, sino también al resto, fomentando el respeto mutuo y el diálogo igualitario.
En ocasiones, podemos escuchar cómo se piensa que el alumnado de “mayor nivel” va a quedar por detrás por estar en grupos diversos y heterogéneos. Es una afirmación equívoca, ya que no hay ninguna evidencia que lo demuestre.
Al llevar a cabo actuaciones educativas de éxito, como son los grupos interactivos, tal como se explica en la Guía de Comunidades de Aprendizaje:
«…no solo quienes tienen una discapacidad concreta aprenden más y mejor, y con más amistad, sino que quienes tienen más competencias también aprenden más y mejor porque su apoyo al grupo teniendo que esforzarse hasta que lo entiendan quienes tienen más dificultades desarrolla su inteligencia mucho más que si no tuvieran que hacer ese esfuerzo.»
No podemos basar nuestras prácticas docentes en ocurrencias, modas, bulos o la comodidad para el profesorado, ya que todo ello perjudica el futuro de nuestros niños y niñas. Para evitar todo esto, debemos recibir una formación rigurosa y de calidad. Al igual que no experimentamos con la salud, tampoco debemos hacerlo con la educación realizando «innovaciones» sin ningún tipo de aval científico.