Conocer la historia de la educación permite descubrir personas y proyectos de escuela tan interesantes y transformadores como la escuela creada por Francesc Ferrer i Guàrdia.
A caballo entre el siglo XIX y el siglo XX la educación contó con numerosos planteamientos de transformación que pretendían la mejora social y educativa de la población fundamentándose en los valores de justicia, libertad e igualdad para todas las personas.
Es el caso del pedagogo catalán, nacido en Alella (Maresme, Barcelona) en 1859, justo dos años después de la promulgación de la importante ley de educación de 1857, la ley Moyano, que supuso un impulso de los principios educativos de universalidad de la educación para todas las personas. Esta ley bebió de los ideales que llevaron a la aprobación de la Constitución de Cádiz de 1812, posteriormente derogada, que pretendía extender la justicia social y la libertad como elementos fundamentales de las nacientes democracias europeas.
En este ambiente político e ideológico, Ferrer i Guàrdia vivió la agitación social de la Primera República de 1873, en la que se habían depositado muchas esperanzas para el avance del país hacia la democratización. Durante el periodo histórico siguiente, la Restauración (1874-1931), con el retorno de la monarquía se dio un retroceso en las libertades políticas y sociales.
Su inquietud autodidacta le llevó a profundizar en lecturas prohibidas y, más tarde, su posición política le obligó a exiliarse en Francia, donde entró en contacto con diversas personas del movimiento libertario, especialmente con Ruiz de Zorrilla, con quien creó una fuerte amistad y con quien desarrolló un profundo pensamiento crítico sobre la educación y sus posibilidades de transformación social. Otros pensadores de la época con los que coincidió también influenciaron su perspectiva y aportaron ideales que incorporó a su práctica.
Tras su vuelta a Barcelona, Francesc puso en marcha La Escuela Moderna, gracias a una herencia recibida de una alumna francesa de la época en que impartía clases de español. Con ese dinero creó un modelo de escuela basada en valores de igualdad y coeducación, con alumnado de ambos sexos; interclasista, en búsqueda de heterogeneidad social que favorecería en la convivencia y el aprendizaje, aprovechando la diversidad social; transformadora, con perspectivas de promover mejoras sociales para todas las personas; y pública, por su concepción de apertura a la sociedad, con espacios de charla, formación y debate sobre temas vinculados a la ciencia, haciendo especial énfasis en los temas sanitarios y de higiene, por los problemas de enfermedades y de salud que existían en aquella época, por lo que se basaba en los postulados científicos del momento.
En 1906 la Escuela Moderna fue clausurada, tras el atentado a Alfonso XIII, por el que Francesc fue detenido y absuelto un año más tarde, porque se demostró que no había tenido participación. No obstante, no pudo volver a abrir la escuela por las barreras y dificultades impuestas por la administración.
A raíz de los hechos de la Semana Trágica, que movilizaron a parte de la población de Barcelona y alrededores el verano de 1906, en protesta por el decreto de alistamiento de padres de familias obreras y pobres para ir a la guerra contra Marruecos, y que generaron situaciones de violencia, Ferrer y Guàrdia fue acusado de ser responsable de estos hechos, aunque era manifiesta su inocencia. Un tribunal de guerra lo condenó a muerte, por una acusación interesada de miembros de un partido radical próximo a los ideales de dicho tribunal. Fue ejecutado en el Castillo de Montjuic en 1909, provocando un gran movimiento de repulsa internacional que derivó en la dimisión del presidente Antonio Maura.
Su modelo de educación fue adoptado en diferentes lugares de la geografía española y europea y supuso una fuente de inspiración basada en la teoría y la práctica para otros pedagogos y maestros posteriores, como Freinet, Freire… así como para el movimiento de renovación pedagógica de finales del siglo XX y de creación de proyectos educativos con ideales de justicia y transformación, igualdad y mejora social como las comunidades de aprendizaje.