Un bulo que revictimiza a quienes sufren violencia.

La idea de que los niños y las niñas que han sido víctimas de violencia serán inevitablemente personas violentas se ha convertido en una creencia extendida, que ha arraigado en diferentes ámbitos, incluyendo a profesionales de la educación. Sin embargo, hasta el momento, ningún análisis científico ha proporcionado evidencias sólidas sobre la existencia de una relación causal entre sufrir violencia y ejercerla.

Al atender a los estudios realizados, se observa que aquellas afirmaciones carecen de evidencias científicas que las respalden o, a lo sumo, se evidencian correlaciones, pero en ningún caso relaciones causales. Es importante recordar que una correlación indica una relación entre dos o más variables, pero no implica causalidad. Por lo tanto, estar expuesto a violencia durante la infancia puede estar relacionado –en algunos casos e interviniendo otros factores en dicha relación– con la manifestación de conductas violentas en la adultez. Esto no significa que “sufrir violencia” cause “actuar con violencia”. De hecho, son notables las historias de éxito de personas que han sufrido violencia y han conseguido superarla e incluso contribuir a que otras personas no sufran.

Realizar conclusiones sin apoyo científico, así como errar en la interpretación de los resultados, sustenta la difusión de este bulo que conlleva graves consecuencias para tantas personas, especialmente para la infancia. Afirmar que los niños y las niñas que han sido víctimas de violencia se convertirán en futuros agresores no solo es un bulo, sino que además, lejos de ayudarles a transformar la realidad tan complicada que viven, los convierte en víctimas de nuevo. En primer lugar, por sufrir violencia, y en segundo lugar, por condenarlos a la etiqueta de ser futuras personas agresoras.

¿Cuáles son las implicaciones de este bulo en la educación? Revictimizar supone agravar este problema, incrementando las consecuencias negativas que ser víctima tiene para la salud y la vida de los niños y las niñas. Promover este bulo niega todas las expectativas necesarias para que puedan aprender en un entorno seguro, adquieran los mejores aprendizajes, se relacionen con las mejores amistades y encuentren en la educación una vía para transformarse en supervivientes.

¿Qué podemos hacer al respecto como profesionales en el ámbito educativo? 

  1. Atender a las actuaciones que ya han mostrado los mejores resultados en la superación de la violencia. Las respuestas se encuentran en las mejores publicaciones científicas basadas en evidencias y aplicadas con éxito en diferentes contextos. Participar de dichas evidencias científicas se encuentra al alcance de toda la ciudadanía y es fundamental para superar bulos como este.
  2. Es esencial que toda la comunidad educativa brinde solidaridad a los niños y las niñas que sufren violencia y se posicione a favor de las víctimas y de aquellas personas que las protegen, rechazando los bulos que promueven su revictimización.

Recordando a Paulo Freire, hagamos posible transformar las dificultades en posibilidades, también para los niños y las niñas que sufren violencia.

[Imagen: Freepik]
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Por Alba Crespo

Graduada en psicología en la Universitat de València y estudiante de máster en psicología general sanitaria en la Universitat Rovira i Virgili