La participación familiar que tiene más impacto positivo en el primer ciclo de educación infantil
La participación familiar es otro de los aspectos claves para ofrecer una educación de 0 a 3 años de máxima calidad. Todas las educadoras y educadores de este ciclo escolar tienen claro que hay que favorecer esta participación, porque se recoge tanto en las legislaciones nacionales como autonómicas dentro de sus principios pedagógicos y también es uno de los principios en los proyectos educativos de los centros. En lo que habría que poner el foco es en qué tipo de participación familiar, según las evidencias científicas de impacto social, es la que mejora la educación de los niños y las niñas, porque no todos los tipos de participación familiar revierten en la mejora académica y de convivencia en las aulas de 0 a 3 años. Hace ya años el proyecto «INCLUD-ED, estrategias para la inclusión y la cohesión social en Europa desde la educación» (2006-2011) identificó los 5 tipos de participación familiar que se dan en los centros educativos y cuál de ellos era el que mayor mejora ofrecía: la participación educativa.
En las aulas de 0 a 3 años muchas veces no se tienen en cuenta estas evidencias y solo se favorece una participación de las familias que no genera mejora educativa. Por ejemplo, la participación informativa, que es unidireccional: las educadoras informan a las familias de lo que se va a hacer con sus hijos e hijas sin que las familias puedan tomar ninguna decisión al respecto (por ejemplo, sobre aspectos de vestimenta que tienen que llevar sus hijos e hijas, o sobre cómo se ha organizado el periodo de acogida). En otras ocasiones se utiliza la participación consultiva, en la que la capacidad de elegir es muy restringida, pues se les ofrece a las familias opciones muy reducidas. Por ejemplo, para organizar una formación para familias, a veces se dan opciones ya cerradas como ¿”control de esfínteres» o “hábitos de sueño”?, sin consensuar ni dialogar con las familias. Además, en ocasiones no se contrasta si lo que se ofrece es una evidencia o un bulo.
Pero las educadoras y los educadores que queremos ofrecer la educación de mejor calidad para los niños y niñas de 0 a 3 años, sin excepción, ¿qué tipo de participación debemos promover en nuestras escuelas y aulas? La respuesta es clara: aquella que hasta hoy tiene las evidencias científicas con mayor impacto social, la participación educativa que nos permita, en las escuelas infantiles de 0 a 3 años:
- Que las familias estén implicadas en el aprendizaje de sus hijos e hijas, por ejemplo, a través de la realización de grupos interactivos, en los que las familias están involucradas directamente para favorecer el éxito educativo de los niños y las niñas. Cuando he realizado grupos interactivos en las aulas de 2 años, las familias participan en la evaluación al finalizar la sesión y es maravilloso escuchar la gran implicación y la ilusión ante los logros no solo de sus hijos e hijas sino de todos los niños y niñas del aula. Recuerdo un comentario de una madre que con los ojos brillantes decía:
«¡qué pasada, lo que han avanzado y solo hace 2 semanas que empezamos!»
O el intercambio de recursos entre las familias cuando surgía alguna dificultad; recuerdo un padre que decía a otra madre:
«yo, con (…), para que no me pase eso, lo que hago es sentarme al lado y estar muy pendiente para que no se despiste, así consigo que esté muy atento»
También se daban muchos comentarios sobre que desde que venían a los grupos interactivos tenían más recursos para ayudar en casa a los niños y niñas. Una tía decía:
«ahora, como la tengo toda la tarde, lo que hacemos es hacer muchas actividades como hacemos en el cole, con números y letras»
- Que las familias elijan qué formación quieren realizar para la mejora de sus vidas. En el aula de 2 años, para esta formación de familias, propusimos realizar tertulias dialógicas. Las familias seleccionan los temas que les preocupan, las educadoras buscamos artículos científicos de impacto social sobre la temática y los compartimos en la tertulia. Hacerlo así llenó de sentido esos encuentros y generó relaciones entre las familias que reconocían como muy importantes para tomar decisiones, sobre la crianza y sobre cómo actuar o qué decir ante determinados comentarios.
Las relaciones con las familias que se generan con la participación educativa trascienden el tiempo y el espacio del aula. Tiempo después, algunas familias y yo buscamos espacios para el reencuentro y el diálogo.
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[Imagen: Pixabay]
Maestra de educación infantil y primaria. Máster en necesidades educativas y atención temprana