Siempre hay una persona que inicia actuaciones admirables como la que ha dado lugar a la exposición que se ha inaugurado hoy, que va a recorrer Europa, y en la cual he tenido la suerte de participar y conversar brevemente con Juan Cuatrecasas. No explico aquí lo que podéis encontrar abundantemente en Internet, especialmente desde que el pasado 12 de agosto recibió una carta del Papa diciendo que reabrían su caso; creo que os gustará más que os relate lo que hemos vivido hoy. La primera persona valiente es a veces una chica, un chico o de otra opción de género; a las feministas todas ellas nos parecen igualmente admirables y eso es lo que he sentido hoy mientras hablaba con Juan. Quienes hemos sido víctimas y supervivientes sabemos muy bien que siempre hay mujeres, hombres y personas de otros géneros tanto a favor de las víctimas como a favor de los agresores. Afirmar lo contrario es un bulo que aumenta las agresiones y perjudica seriamente al feminismo.

Se preguntan en la exposición a partir de qué edad es conveniente que estudiantes vayan a visitarla. Yo también necesito escuchar valoraciones de profesorado, familiares y estudiantes para saberlo. Sin embargo, lo que sí tengo claro es que historias como las de Juan son muy educativas desde las edades más tempranas si se explican con relatos adecuados para cada situación. El reciente informe europeo para garantizar el bienestar y la superación de la violencia en todas las escuelas, el más eficiente y científico hasta ahora publicado, lo deja muy claro: aunque solo haya una niña o niño valiente, desde la educación infantil se puede lograr y se logra que cada vez se unan más hasta que toda la escuela se transforma. Pero siempre tiene que comenzar alguien, alguien como Juan.

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Por Ane Lopez de Aguileta

Codirectora de Kaiera (kaiera.eus)