La relación del profesorado con las familias, en las escuelas e institutos, es un tema sobre el que se habla poco, pero que tiene efectos trascendentales, según el tipo de vínculo que se cree.

La costumbre y la jerarquía han tenido, para familias y para profesorado, durante demasiado tiempo, una gran influencia en cómo los profesionales de la educación se han relacionado con las familias de su alumnado desde una posición de poder. Es destacable el hecho de que siempre han existido casos de docentes que han tratado a las familias con igualdad y, de ahí, podemos extraer múltiples efectos positivos.

Las evidencias científicas de impacto social ya hace tiempo que nos han dicho que la participación de familiares mejora la educación cuando existe un entorno en el que predomina el diálogo igualitario entre los miembros de la comunidad.

Cuando hablamos de diálogo igualitario en las interacciones con familiares estamos concretando que tenemos que tener en cuenta no sólo los actos de habla, lo que decimos, sino también el resto de elementos que forman parte de los actos comunicativos. El tono en que hablamos, las miradas, los gestos, los momentos que elegimos y el trato denotan las intenciones reales de lo que queremos decir. 

Los actos comunicativos dialógicos se fundamentan, además de lo anterior, en tres componentes importantes: 

  • la voluntad de ponerse de acuerdo, de consensuar, entendida como la búsqueda de alternativas que nos permitan tomar decisiones compartidas. Este elemento es clave para que las familias sientan que se cuenta con su voz, que se valora y que contribuye a decidir aspectos relacionados con la educación de sus hijas e hijos;
  • la verdad, la cual podemos entender de dos maneras. Por una parte, contar con claridad los aspectos de fondo que sujetan nuestros argumentos y, por otra, el uso de argumentos válidos basados en evidencias científicas;
  • tener en cuenta las posiciones de poder que existen, según el entorno. Por ejemplo, el profesorado ostenta en la escuela una posición jerárquica académica, que de entrada puede bloquear o influenciar determinadas interacciones, por lo que tenerlo en cuenta ayuda a poder crear interacciones igualitarias.

Cuando la relación entre profesorado y familias se basa en estos fundamentos, las familias:

  • desean participar de las actuaciones del aula y de la escuela en espacios de aprendizaje con el alumnado, creando un especial sentido de pertenencia de todos los miembros que permite que dejen de ser un elemento externo porque forman parte de la escuela de manera real;
  • reconocen las dificultades y posibilidades del centro, por lo que pueden dar ideas para mejorar, aportando su inteligencia cultural, que es importante para el aprendizaje de todas las personas;
  • mejoran y transforman los vínculos con otros miembros de la familia y de la comunidad, gracias a las interacciones que tienen en diversos entornos, lo que tiene un impacto directo en el alumnado;
  • aportan solidariamente todo lo que pueden para seguir avanzando, colaborando con el profesorado, en beneficio de la comunidad;
  • se convierten en líderes pedagógicos del centro porque ayudan, con su ilusión y esfuerzo, a otras familias, al alumnado y al profesorado a seguir trabajando para la mejora de todas y todos.

Poner en valor las apreciaciones de las familias y colocar en el centro la verdad de las acciones y las propuestas de la investigación de más calidad ayuda a que esta cooperación entre profesorado y familiares tenga como efecto compartido la aplicación en las aulas de actuaciones que mejoran y que demuestran en los propios resultados que la participación de los familiares ayuda a mejorar la educación.

[Imagen: Freepik]
image_pdfPDF

Por Josep Maria Canal

Maestro de educación especial y primaria. Profesor de la Universidad Internacional de Valencia. Sus líneas de investigación incluyen las Actuaciones Educativas de Éxito, la inclusión educativa, las Nuevas Masculinidades Alternativas y la socialización preventiva de la violencia de género.