¡Ya basta! Evidencias científicas para parar la violencia
Cuando las familias dejamos a nuestros hijos e hijas en los centros educativos lo hacemos con la esperanza de que las experiencias y relaciones que van a tener en este espacio les doten de conocimientos y destrezas para crecer, para desarrollarse como ciudadanos con valores y sentimientos que mejoren sus vidas y la sociedad. Pero, sobre todo, lo que deseamos es que sean felices, que estén a gusto y que aprendan mucho y saquen buenas notas.
A pesar de este primer planteamiento, cada día conocemos noticias de situaciones de violencia y acoso escolar en centros educativos que no paran de publicarse en los medios de comunicación y que se dan a conocer en diferentes poblaciones. En algunos casos se conocen porque las víctimas, niños, niñas o adolescentes, lo comparten con sus familiares, entornos o profesorado. Resulta desalentador leer y oir estas noticias porque provoca mucha inseguridad e incertidumbre sobre cómo podemos atajar y prevenir estas situaciones. También sabemos que las buenas intenciones no son garantía de éxito, porque si no están dirigidas hacia el despliegue de acciones efectivas avaladas por la investigación no dan resultado y pueden empeorar la situación, como cuando alguien quiere sentar a dialogar a la víctima y a sus agresores.
La investigación ha aportado muchos datos sobre cuál es el camino que conduce a la reducción de la conflictividad, a la prevención del acoso y a la creación de entornos libres de violencia en los que puedan surgir amistades y relaciones sanas, hermosas y divertidas en las que puedan desarrollarse nuestros niños y niñas. Para conseguirlo es fundamental la formación del profesorado y familiares en las evidencias científicas de impacto social sobre temas de convivencia y de prevención de la violencia.
Cuando un centro educativo pone en marcha el modelo dialógico de convivencia, despliega toda una serie de claves que contribuyen a construir una red de prevención y de protección para todos los miembros de la comunidad escolar.
Una primera clave tiene que ver con la importancia de contar con toda la comunidad escolar y de implicarla en el posicionamiento claro y contundente frente a todo tipo de violencia, lo que se suele llamar violencia 0 desde los 0 años. Esta idea sencilla de transmitir, sobre cómo la socialización afecta a nuestra mirada hacia lo que nos sucede y nos atrae, es clara y contundente porque no permite que ninguna persona pueda justificar ningún acto de violencia, agresión o menosprecio bajo ningún concepto.
La segunda clave es la trascendencia de las actitudes que tienen las personas observadoras o conocedoras de los actos agresivos o violentos. Dialogar con el alumnado y con la comunidad, sobre bystander intervention y el concepto de upstander (los testigos que se posicionan) para aumentar la valentía de romper la ley del silencio, promueve que las personas dejen de mirar a otro lado y que se posicionen, de forma solidaria. Esto permite actuar inteligentemente frente a la injusticia, la coacción y el acoso. Entonces, las víctimas están más apoyadas, no se quedan solas y aisladas y se previenen futuras acciones porque ya se sabe que tendrán consecuencias.
Por otro lado, la investigación visibiliza la amistad verdadera como un componente esencial de protección, de acompañamiento, de solidaridad y de ayuda para cualquier persona. Hablar sobre la amistad verdadera en las aulas, con las familias y con cualquier persona va tejiendo un terreno de relaciones potentes que hacen de escudo y de diversión a la vez que rompen con los ambientes tóxicos y se enlazan con sentimientos de profunda solidaridad.
Otra clave que ayuda, según las evidencias científicas, es dialogar de forma crítica sobre el tipo de personas que se eligen y por qué gustan, porque esta es la manera en que se puede reflexionar sobre ello, lo cual puede facilitar la elección más libre de relaciones afectivas y amistades libres de violencia.
Por último, resulta muy importante que las personas que tratan bien no solo sean respetadas sino que sean las que sustentan el atractivo y el valor social por parte de los iguales y de la comunidad entera. Es decir, que el éxito de las personas con valores se contemple como un elemento de protección y de acción frente a los actos violentos.
Cuando recibimos una noticia en la que una criatura está sufriendo algún tipo de violencia, es un momento desalentador por la magnitud de las consecuencias que tienen estos hechos en la salud y en las relaciones de los más jóvenes. Pero también es el momento de no ceder en el empeño de poner en marcha las claves que nos brinda la investigación con impacto social. Por ello valoramos y pedimos un posicionamiento claro de toda la comunidad, familiares, alumnado y profesorado, de rechazo hacia las actitudes violentas, sin ningún tipo de justificación posible y con la mirada puesta en las actuaciones, como el modelo dialógico de convivencia o las actuaciones educativas de éxito, que permiten prevenir la violencia mediante la amistad, la justicia, la solidaridad y el atractivo hacia las personas que con valores éticos son valientes y protegen a los demás.
La Administración Educativa tiene que asegurar que en ese contexto tóxico y violento para las niñas y niños se están aplicando o se van a aplicar las actuaciones educativas de éxito que conocemos para erradicar la violencia. Si no es así, la actuación por parte de nuestra administración es negligente y no protege a la infancia y juventud.
[Imagen: Freepik]
Profesor de la VIU y profesor sustituto de la UV. De formación, maestro de educación especial y primaria. Sus líneas de investigación incluyen las actuaciones educativas de éxito, la inclusión educativa, las nuevas masculinidades alternativas y la socialización preventiva de la violencia de género.