Cualquier actuación no sirve para prevenir la violencia
La violencia escolar es un tema que nos preocupa cada vez más, porque somos conscientes de las consecuencias que tiene en distintos ámbitos de la vida para las niñas y los niños, más allá de la escuela. A día de hoy, los niveles de violencia entre la infancia son muy altos.
Estamos empezando a escuchar de forma casi cotidiana, en diferentes medios de comunicación, casos de suicidio de adolescentes y alumnado en edad escolar. Ante realidades como esta, en las que el discurso coercitivo dominante promueve la atracción a la violencia y ejerce presión social en ese sentido, especialmente entre las y los iguales, necesitamos ofrecer oportunidades de diálogo para reconducir esa socialización, superar esa atracción a la violencia y prevenir la violencia de género desde edades muy tempranas.
Imagino que estamos todas y todos de acuerdo en que es necesario actuar, porque la cultura de la paz no surge de la nada, ni surge por azar. La resocialización en la no atracción a la violencia necesita de una actuación rigurosa y evidenciada científicamente desde las primeras edades. De este modo su impacto es altísimo, tal y como hemos podido observar a lo largo de estos años en nuestra escuela. En los centros que implementamos el modelo dialógico de prevención y resolución de conflictos, ofrecemos a nuestro alumnado la oportunidad de tener interacciones de calidad para promover la atracción hacia modelos igualitarios y el rechazo a la violencia. Se trata de dialogar en espacios seguros y transformadores, no sobre cualquier material, sino a partir del acceso a las evidencias científicas sobre la prevención de la violencia de género.
Estos espacios seguros son, entre otros, las asambleas de aula, así como las asambleas de delegadas y delegados del centro, que se presentan como una oportunidad extraordinaria para mantener diálogos donde el atractivo está en los modelos exentos de violencia y donde la atracción y la elección se dirigen hacia modelos igualitarios. Son espacios donde, además, la violencia se denuncia y la valentía se aplaude, de modo que se promueve el lenguaje del deseo hacia las actitudes que queremos fomentar.
Al ofrecer estos espacios, nuestro alumnado puede expresar qué le preocupa y reflexionar sobre los peligros a los que se puede enfrentar. También puede analizar cómo mantenerse a salvo de forma exitosa, así como compartir ideas de cómo y dónde puede buscar ayuda en diferentes situaciones. Además, podemos conocer sus preocupaciones y darle herramientas para solucionar cualquier problema. Poco a poco, su competencia para resolver situaciones conflictivas va aumentando, se desarrolla su capacidad crítica y sus preocupaciones se van atendiendo y disipando; cada vez se siente en un espacio más seguro. Es muy esperanzador y emocionante observar esta transformación.
Pero para que estos espacios funcionen como espacios socializadores en la atracción a la no violencia, los diálogos que en ellos se generan deben estar nutridos de aquellos temas que las evidencias demuestran que dan los mejores resultados en cuanto a la prevención de la violencia, como por ejemplo:
- amor
- NAM (nuevas masculinidades alternativas)
- amistad
- relaciones tóxicas
- posicionamiento activo de los testigos (upstanders)
- solidaridad con la víctima
- importancia de romper el silencio
En definitiva, cualquier tema no sirve para prevenir la violencia; si no existe aval científico no tendrá impacto.
Se escucha a veces en los centros educativos que determinados alumnos y alumnas, por ejemplo, de infantil, son todavía pequeños y pequeñas para hablar con ellos y ellas sobre según qué cosas. Pero, en realidad, no hay que tener miedo a la edad del alumnado para introducir cualquier aspecto de la socialización preventiva de la violencia. Tampoco hay que normalizar esta violencia porque pensemos que son pequeños o pequeñas; sino más bien todo lo contrario. Dependiendo de su edad, los diálogos que se establecen serán diferentes, en función de sus preocupaciones. Pero, en cambio, sí que hay que darles la oportunidad de conocer las evidencias y establecer diálogos transformadores en torno a ellas, para educar en la atracción a la no violencia desde los cero años.
La infancia tiene derecho a disponer de las estrategias necesarias desde las edades más tempranas para socializarse en el rechazo a la violencia.
Es muy gratificante escuchar que una niña de 3 años te diga que es una upstander porque ayuda a los compañeros y compañeras de su clase cuando ve violencia y busca a su profesora. Y también lo es cuando una niña de educación primaria te dice que si queremos conseguir una escuela violencia cero donde aprender y tener buenas amigas y amigos hay que denunciar y romper el silencio ante cualquier situación de acoso. Y cuando las familias expresan que saben que la escuela es un espacio seguro por lo que les cuentan sus hijos y sus hijas en casa. O cuando el profesorado nuevo que llega al centro se sorprende al ver que el alumnado resuelve de forma dialógica y autónoma los conflictos.
Relatos así dotan de muchísimo sentido la transformación social que percibimos toda la comunidad en la erradicación de la violencia escolar. Desgraciadamente, no podemos evitar siempre que los niños y las niñas se socialicen en la atracción a la violencia o que consuman determinados productos audiovisuales donde esta atracción existe, pero sí depende de profesorado, familias y comunidad educativa actuar y ofrecer la oportunidad de eludir el impacto del discurso coercitivo y la atracción a la violencia, promoviendo interacciones de calidad apoyadas en las evidencias, si realmente queremos obtener resultados en cuanto a la prevención.
Maestra de educación infantil y primaria. Especialista en audición y lenguaje y pedagogía terapéutica. Licenciada en filosofía y ciencias de la educación – pedagogía. Directora del CEIP Sant Vicent Ferrer de Llíria.