Hoy es 14 de febrero, el día en que muchas personas celebran el amor y el afecto. Para el feminismo, la reflexión sobre las relaciones afectivas y sexuales siempre ha sido fundamental, especialmente en lo que respecta a la libertad de cada persona frente a cualquier forma de coacción.
En el siglo XIX, las mujeres estaban obligadas a casarse y con quien se les impusiera. Hoy, aunque las imposiciones han cambiado de forma, persisten. Se espera que las chicas tengan ligues y que estos sean con quienes encajan en ciertos estándares, muchas veces con personas que las desprecian o que reproducen relaciones de poder basadas en la dominación y la violencia.
A través del discurso coercitivo, se ha promovido la idea de que el deseo debe orientarse hacia relaciones afectivosexuales sustentadas en interacciones de desprecio. En este marco, algunas personas del entorno de las jóvenes, incluso los compañeros y compañeras en las escuelas, refuerzan estas dinámicas, presionándolas y haciéndolas sentir acomplejadas si no siguen estas normas implícitas. Como resultado, muchas terminan envueltas en relaciones que distan mucho de ser libres, incluso en contextos degradantes, como un callejón sucio a la salida de una discoteca a las cinco de la mañana.
Sin embargo, el amor verdadero, entendido como un vínculo basado en el sentimiento, el respeto y la elección libre, sigue siendo una aspiración para muchas chicas y chicos. Educar en la libertad de elección implica reforzar la importancia del consentimiento, el respeto y la autonomía de cada persona en la construcción de sus relaciones. A diferencia de lo que algunos discursos actuales promueven, el amor romántico no es la causa de la violencia de género; al contrario, a lo largo de la historia ha funcionado como un factor protector frente a la violencia y como un promotor de la libertad.
Las escuelas pueden y deben ser espacios libres de violencia y coacción, donde cada estudiante tenga la oportunidad de explorar y decidir sobre sus relaciones sin sentirse presionado. Celebrar San Valentín es una decisión personal, individual o de pareja, que no debería estar marcada por presiones externas ni por discursos despectivos que lo tildan de «cursi», «ridículo» o “ñoño”. Atacar al amor es abocar a las niñas y niños a relaciones insatisfactorias que van a tener consecuencias para toda la vida.
La clave está en reivindicar el derecho a amar con libertad, sin imposiciones ni coerciones de ningún tipo, y en fomentar desde la educación una cultura basada en el respeto, la elección libre y el disfrute en las relaciones.
[Imagen creada con amor]
Doctora por la Universidad de Wisconsin-Madison