aula trabajando en equipo, periódico educación

Muchas madres y padres nos hemos encontrado alguna vez en una reunión de inicio de curso del colegio o instituto en la que el tutor o la tutora nos plantea la cuestión de que el grupo es muy heterogéneo; no como una ventaja, sino como un condicionante que obliga a bajar ritmos y también contenidos.  

Esto, pensaba yo, no debería ser un dato destacable ni negativo en un mundo y en una sociedad que lucha por celebrar cada vez con mayor libertad la diversidad y en el que sus comunidades son ampliamente diversas desde hace ya muchos años. 

Las aulas, cada vez más diversas, plantean un reto a maestros y maestras, y al profesorado en general, a posicionarse entre los tres modelos de organización de aula: mixture, streaming o inclusion.  Los dos primeros responden a organizaciones de aula propias de los años 80 o 90 (en España), cuando la diversidad se consideraba un problema y los grupos homogéneos eran la tendencia. 

La realidad actual de las aulas es la diversidad, en el sentido más amplio de la palabra, y el modelo que toda la comunidad científica internacional apoya y promueve es el inclusion.  Quizás, en algunas escuelas la diversidad se sigue viviendo como un problema, pero muchos profesionales de la educación saben que la diversidad es generadora de oportunidades de aprendizaje de alta calidad si en las aulas se promueven las actuaciones educativas de éxito. Como maestro, hace muchos años que trabajo con grupos diversos, al igual que muchos compañeros y compañeras, y he podido comprobar cómo esa diversidad genera mayores oportunidades de aprendizaje a través de una de las actuaciones educativas de éxito, como por ejemplo, los grupos interactivos. Esta organización de aula, en la que todo el alumnado aprende en grupos heterogéneos y en la que entran participantes diversos de la comunidad educativa para dinamizar interacciones de calidad guiadas por los principios del aprendizaje dialógico, responde al modelo inclusion a la perfección y abre posibilidades de aprendizaje de máximo nivel a todo el alumnado.  
Después de una escolarización completa en educación infantil y primaria participando en grupos interactivos, la escuela en la que trabajo logra que la diversidad no sea una barrera para el aprendizaje sino que sea una oportunidad de desarrollar los mejores valores y sentimientos y los mejores aprendizajes. Cuando a mi alumnado le pregunto por su punto de vista sobre el tema, me miran con un gesto de confusión. Se miran entre ellas y ellos y explican que “menudo rollo eso de ser todos iguales; pues a mí me gusta que me pregunten y nos ayudemos y, lo que no sé yo, pues lo sabe ella, y así es más divertido poder hablar entre  nosotros” o “ya ves, si todos fueran igual que yo, menudo rollo, a mí me gusta jugar un día con una amiga y otro con otra y que sean diferentes” o “mira, yo sé sobre mates pero de medi [conocimiento del medio] sabe más él y ella de caste [castellano] y así entre todos pues nos va mejor cuando trabajamos juntos”.

[Imagen propia]

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