Los centros educativos están continuamente bombardeados por el discurso coercitivo que coacciona a adolescentes para tener relaciones tóxicas. Entre otros muchos ejemplos está la muy arcaica doble moral del “fuckzone / friendzone”, colocando en la primera a las personas más machistas y en la segunda a las más igualitarias. Esa doble moral tan claramente reflejada en esos términos tiene como base la consideración de maldad como un instinto o pulsión humana que proporciona excitación, mientras la bondad queda como aburrida. Una adolescente reflejaba en una revista juvenil esa coacción junto con una gran inconsciencia de las consecuencias para su vida y su salud:

«Mis papás me dicen que me case con un chico bueno y yo les hago mucho caso, hasta que me tenga que casar me dedico a divertirme con chicos malos»

Hay conceptos que contribuyen a ese discurso coercitivo y uno de ellos es el concepto de Thanatos. Para prevenir relaciones tóxicas, la educación debe ayudar a desvelar esa coerción para ayudar a no tener que someterse a ella.

Aunque vemos todos los días cómo hay muchas personas que deciden hacer no solo lo que perjudica a otras personas sino también a sí mismas, seguimos reaccionando con sorpresa. ¿Cómo puede ser que tengan relaciones sexuales con quienes les desprecian e incluso les están escupiendo en la cara? También se sabe que fumar es perjudicial, pero para ese y otros hábitos se han elaborado conceptos como adicción. Pero hay otros comportamientos para los que todavía no se han elaborado conceptos que sirvan tanto para su análisis como para abrir a las personas opciones para que, si quieren, puedan superarlos.

Para lo que no lograba explicar con el Eros, Freud acabó usando su concepto de Thanatos. Durante la primera época, intentó explicar todo con la pulsión de vida o Eros pero, al no lograrlo, acabó recurriendo al concepto de Thanatos o pulsión de muerte para explicar realidades como el sadismo y el masoquismo. Ese recurso “de última hora” tiene graves problemas, tanto científicos como desde el punto de vista de los valores no sexistas y otros. Facilita que haya quienes interpreten violencias no consentidas como fruto de la propia personalidad de la víctima, de su Thanatos.

El concepto de adicción es mucho más riguroso para analizar y dar opciones para que quien quiera supere esos comportamientos, como las relaciones con personas tóxicas. Pero ¿adicción a qué? Está muy claro que no es adicción a la violencia sino al poder que da el ejercicio de la violencia. ¿Por qué hay quienes disfrutan matando arbitrariamente? Porque eso no solo demuestra un poder sobre la víctima directa sino también sobre las víctimas indirectas que tienen miedo de ser las próximas víctimas y se someten así al asesino. ¿Por qué hay chicos que disfrutan más con una chica si tiene novio y si le escupen durante la relación? Porque eso demuestra un poder sobre la chica y sienten que así vencen a su novio. ¿Por qué hay chicas que dicen que les excita que les escupan en esa situación? Porque la adicción al poder es bidireccional, adicción a ejercerlo y adicción a someterse a él.

Kratos, el dios de la guerra y del poder, explica mucho mejor que Thanatos esas situaciones y aporta más salidas para superarlas. Al definir Kratos como adicción al poder, se deja claro que, como otras adicciones (por ejemplo, fumar), es adquirida y fruto de un discurso coercitivo que la impone. Solo conocer ese proceso, que esa adicción no es fruto de su libertad o de su biología sino de su sometimiento a un poder externo, ya hace que muchas personas abandonen esas relaciones tóxicas y tiempo después descubran tanto el placer del sexo como lo engañadas que hasta entonces habían vivido.

[Imagen: Flickr]
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Catedrático Emérito de la Universidad de Barcelona. Investigador número 1 del ranking científico internacional Google Scholar en las categorías de "gender violence" y "social impact" (violencia de género e impacto social, respectivamente). Director de REVERS-ED.