Objetividad, arbitrariedad y acoso sexual 

No hace muchos meses, en una conversación informal en la universidad se hablaba sobre cómo la evaluación del profesorado universitario podía contribuir o acabar con el acoso sexual en las universidades. No sabía qué podía tener que ver lo uno con lo otro. Aunque al exponer mi sorpresa obtuve buenas respuestas, nada me ha abierto los ojos como la jornada celebrada ayer en la sede del Institut d’Estudis Catalans. La sucesión de ponencias, de la mano de excelentes panelistas y conferenciantes, fue exponiendo cuánto esta problemática del acoso sexual impregna no solo el entorno universitario, sino todos los aspectos de la sociedad, y cuánto interviene la evaluación en su erradicación o su impunidad.

A lo largo de la jornada se hizo referencia a las primeras denuncias de acoso sexual; la necesidad de establecer criterios objetivos para la evaluación que generen casos de éxito en la superación del acoso sexual en las universidades; los resultados de un posicionamiento claro a favor de las víctimas y la cocreación de redes de apoyo y solidaridad; la formación en género en las universidades, la inclusión de la perspectiva de género en todas las disciplinas y las consecuencias de no hacerlo; la necesidad de incorporar los actos comunicativos en el consentimiento sexual, y cómo todo ello es necesario para no seguir perdiendo talento femenino en la academia; o el papel de las evidencias científicas de impacto social en la investigación, la prensa y la ciudadanía.

Hay personas que, precisamente por tener claro este posicionamiento valiente siempre con las víctimas, han sufrido y siguen sufriendo muchas represalias, tanto a nivel académico y profesional como personal. Gracias a estas personas soy consciente de que mi lugar en la universidad es mucho más libre y seguro. Hoy he visto que el impacto social no es solo el que se percibe desde los relatos de las víctimas que han logrado transformar sus contextos y continuar su carrera académica, sino también para quienes nunca fuimos víctimas precisamente por el valiente posicionamiento de las personas excelentes a nivel científico y humano que nunca dudaron en apoyarlas para que hoy sean supervivientes. Sin redes de apoyo y solidaridad ni evaluaciones objetivas y meritocráticas, muchas víctimas no podrían continuar con sus carreras.

Jornadas como la de hoy evidencian cuántos de nuestros sueños son posibles solo fruto del trabajo y posicionamiento de estas personas valientes.

 

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Por Paula Cañaveras

Maestra de educación infantil. Estudiante de doctorado en Sociología en la Universitat de Barcelona