Las primeras relaciones afectivas influirán y quedarán en el recuerdo de nuestras adolescentes el resto de su vida. El primer novio, el primer beso, la primera relación sexual afectarán profundamente a sus relaciones futuras. Pero desgraciadamente a veces estas relaciones tempranas se asemejan a la que ahora os contaré y no a las que muchas veces nos muestran las películas o las series.
Una buena alumna de segundo de la ESO (educación secundaria obligatoria) comienza a salir con un alumno repetidor, popular y con un perfil de chulito. Primero la alumna está feliz, ella está saliendo con el chico que muchas compañeras y amigas desean. Pero pronto la cosa cambia, el chico comienza a hacer comentarios despreciativos hacia ella ante sus amigos y otros alumnos, flirtea con otras chicas frente a ella y hace comentarios sobre su aspecto físico y su cuerpo. Muchas de sus amigas y compañeras, lejos de apoyarle, la critican y hablan mal de ella. Nuestra alumna acaba humillada, emocionalmente hundida y con problemas alimenticios.
Esta historia real que os acabo de contar presenta las características del espejismo del ascenso. La adolescente tiene la percepción errónea de que su relación con el malote aumenta su estatus social y su atractivo, cuando en realidad sucede todo lo contrario. Después de esta relación otros chicos comienzan a acercársele y ella tiene la sensación de que, de repente, es más guapa y atractiva. Pero lo que ocurre en realidad es que los chicos, influenciados por la relación con el “guaperas” y habiendo escuchado algunos comentarios de él, seguramente falsos, quieren salir o “liarse” con ella porque piensan que es una chica fácil. La reputación de la chica cae en picado y puede ser asediada en las redes sociales.
¿Qué ha llevado a esta alumna a buscar este tipo de relación y mantenerla cuando objetivamente tiene claro que es una relación tóxica que la perjudica? La causa principal es el discurso dominante coercitivo que vincula la atracción a la violencia. Los jóvenes se socializan con la creencia de que lo violento es más emocionante y divertido y los buenos comportamientos son aburridos y sin atractivo. Los chicos más deseados son los populares, aquellos que representan la masculinidad tradicional ligada al poder, al dominio y al desprecio hacia otros. Algunas adolescentes piensan que tener novio les da popularidad, sobre todo si es atractivo para sus amigas y es mayor que ellas. Otra causa podría ser la presión que el grupo de amigas ejerce para que la chica comience una relación afectiva con un chico popular y violento. Las adolescentes terminan normalizando este tipo de coacción y acaban pensando que el amor y el sufrimiento van ligados. La familia y el contexto social (música, series, películas o redes sociales) son también otro punto relevante a la hora de escoger las relaciones.
Para evitar que las adolescentes caigan en el espejismo del ascenso lo más importante es hacer prevención, es hablar sobre el tema, es convertir la sesión de tutoría en un espacio donde dialogar críticamente (ver series, películas, leer artículos basados en evidencias científicas…) sobre temas relacionados con la prevención de la violencia de género como la atracción y el deseo o las nuevas masculinidades; es también que las madres y padres conozcan estos temas y hablen frecuentemente con sus hijos e hijas.
El objetivo es vaciar de atractivo la violencia. Si reflexionan críticamente sobre sus experiencias afectivas se darán cuenta de qué relaciones las hacen sufrir y cuáles no. Si lo conseguimos y las primeras relaciones afectivas están llenas de deseo, respeto e igualdad, serán relaciones que las protegerán, porque estos valores positivos se buscarán en futuras relaciones.