Cada vez existen más iniciativas sociales, políticas y escolares que tienen en cuenta la voz de la infancia y la juventud en la toma de decisiones y liderazgo. Sobre todo crecen las iniciativas que versan sobre aquellos temas que más les importan. Pueden ser temas educativos, de ocio, cultura. Temas también de salud, bienestar, prevención de la violencia, violencia de género, suicidio.
El consenso existente sobre la necesidad de sus voces para un mayor impacto y mejora en el desarrollo de sus vidas y el de nuestras sociedades es cada vez mayor. Esto puede suponer un componente preventivo muy importante. En cambio, muchas de estas iniciativas, algunas de ellas sobre temas cruciales en las vidas de chicos y chicas, obvian una de las patas elementales en este liderazgo infantil: el conocimiento científico que ya ha dado mejoras en los temas a tratar.
Las iniciativas de mayor éxito al respecto tienen claros ambos elementos básicos: es imprescindible incluir las voces de los menores en los avances y liderazgo de los temas que más les preocupan, y es clave hacerlo incluyendo el conocimiento científico al respecto.
No hacerlo así tiene tres consecuencias claras:
- No obtenemos resultados en la mayoría de los casos. Cuando sí los obtenemos, las mejoras son a corto plazo y solo de unos pocos.
- Los chicos y chicas no dan validez a lo que se les transmite y acaban atraídos por otros discursos perjudiciales para sus vidas.
- Chicos y chicas se desencantan y pierden sentido en algunos de estos temas tan importantes. No ven “alternativa de éxito”.
Que las y los menores participen del conocimiento científico es muy importante y valioso. Lo es que lo hagan de la astronomía, de la robótica, de las ingenierías, etc. Ahora bien, es igual de necesario que participen también del conocimiento científico relativo a la prevención del bullying, las relaciones afectivo-sexuales, alcanzar vidas felices o la amistad. Es importante asegurar que avanzamos en uno y otro sentido.
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