En el trabajo diario en los centros educativos, para el profesorado, pero también para las familias, múltiples dudas planean sobre los más diversos temas. Las preocupaciones sobre cómo afrontar dificultades que aparecen en el aula, en el patio o haciendo tareas escolares en casa nos impulsan a buscar opciones que puedan dar respuesta a esas inquietudes. Y, entonces, la oferta de metodologías, de acciones y hasta de formaciones que encontramos aparece como un mercado abierto. 

Últimamente, oigo hablar mucho de determinadas metodologías para trabajar las matemáticas en las aulas, sobre todo en educación primaria, que están teniendo un fuerte impacto, tanto en alumnado como en familiares, pero también entre el profesorado. Se trata de metodologías que se alejan de estrategias abiertas a la colaboración de las familias desde casa. Se hace complicado para familiares poder ayudar porque desconocen los procesos, no se cuenta con materiales que puedan consultar porque solo se trabajan en la escuela. La sensación general de quienes comentan estos temas es que supone una barrera y, en muchas ocasiones, provoca inseguridad en los resultados que se obtienen y, como mínimo, genera dificultad para compartir aprendizajes.

Si tenemos en cuenta qué dicen las evidencias científicas sobre este tema, vemos que, para poder generar aprendizajes máximos, se explicita que es importante el tipo y la calidad de las interacciones y no la metodología específica que se usa. Por lo tanto, aunque se puedan usar diferentes tipos de metodología, el enfoque prioritario debe estar dirigido a garantizar que las interacciones sean de calidad. Además, cuando se trata de interacciones, es importante valorar la dificultad del contenido (para que suponga un reto) y la diversidad de interacciones (ya que no solo se aprende en el aula, con el profesorado, con los compañeros y compañeras, sino también con familias y otras personas del entorno). Así pues, dialogar con las familias sobre el enfoque que se puede usar permite consensuar la manera de afrontar el reto y encontrar la solución más eficaz. 

Cuando tenemos dudas sobre temas relacionados con la educación, lo más lógico, y lo más eficaz, es buscar qué dice la investigación de impacto social sobre la cuestión. Nos ofrece garantías sobre cómo es mejor afrontar esa situación. Por todo ello, la formación del profesorado en base a publicaciones científicas de impacto social, dialogar sobre sus claves y abrirlas a la comunidad es la opción más igualitaria y más potente. Obviar este conocimiento puede tener consecuencias nefastas para el alumnado porque puede debilitarse su avance en áreas básicas para su aprendizaje y su desarrollo académico y personal.

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[Imagen: Freepik]
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Maestro de educación especial y primaria. Profesor de la Universidad Internacional de Valencia. Sus líneas de investigación incluyen las Actuaciones Educativas de Éxito, la inclusión educativa, las Nuevas Masculinidades Alternativas y la socialización preventiva de la violencia de género.